lunes, 19 de febrero de 2018

ECOLOGÍA DE LA POLÍTICA

DESPUÉS  DE  10 AÑOS,  ¿QUÉ CAMBIÓ?

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Es harto conocido por propios y extraños que la corrupción e impunidad han tomado carta de ciudadanía en nuestro país. La mayoría de los habitantes está harta, dolida, carcomida…

Transparencia Internacional, organización no gubernamental con sede en Berlín, el año pasado publicó su informe anual sobre Percepción de la Corrupción a nivel mundial, que incluye a 176 países y Paraguay aparece como el “vicecampeón” en Sudamérica.

El Dr. Secundino Núñez publicaba "Ecología de la Política" hace diez años:

“Desde hace ya bastante tiempo esta palabra ecología ha ganado espacio en el vocabulario de la gente. Y entendemos por ella el hogar o la casa del hombre; es decir, la tierra que habitamos y sus múltiples riquezas, como el aire, el agua, el sol, los animales y las plantas.

Fuimos cayendo en la cuenta de que estos valores se iban descomponiendo poco a poco; y en vez de sernos útiles y nutricios, se volvían anormales, molestos y hasta nocivos.

Con el correr de los años, esta palabra ecología fue ampliando su significado. Y hoy día frecuentemente la usamos para entender el contexto moral o espiritual, familiar o social, en que se decanta la existencia humana.

Caímos en la cuenta, asimismo, de que estos factores de nuestra ecología moral, familiar y social han declinado notablemente y en vez de sernos útiles y nutricios ya no sirven como debieran servirnos. El mundo cultural en que vivimos se ha vuelto inhóspito.

Latrocinios, violencias, secuestros y terrorismo hacen imposible o muy difícil la vida humana digna. Por derecha y por izquierda nos amenaza la cultura de la muerte.

Nada extraño, en consecuencia que la política se haya pauperizado tanto. Sabemos de economía política, sociología política, derecho político, derecho administrativo hipertrofiado, pero no sabemos lo que es la política en su sentido vasto, profundo y humano. 
No sabemos lo que es la política como el esfuerzo mancomunado de un pueblo en procura del bien común.

Es que la ecología propia de un auténtico humanismo cívico se ha desertificado, se ha vuelto estéril, infecunda y hasta nociva. Este abuso o menosprecio que se ha hecho de nuestra ecología política no es algo accidental ni fortuito.

Sistemáticamente hemos venido erosionando el suelo y el subsuelo de nuestra cultura ciudadana. La familia como comunidad e institución de vida ¿es acaso hoy día escuela de humanismo, o como decía Cicerón seminario de la república?.

Los jóvenes de ahora ya no silban, ya no cantan, ya no bailan nuestras músicas y canciones nativas. Toda la exuberante afectividad propia de los jóvenes se nutre y se forma con valores artísticos y musicales de otros mundos culturales invasores. Desarraigados de la ecología autóctona, nuestros jóvenes afectivamente se han vuelto una colonia.

Y lo peor del caso es que a nadie mayormente le preocupa este fenómeno psicosocial tan corrosivo del ethos cultural paraguayo.

En las facultades de Derecho se nos enseña, según la desencarnada teoría de Kelsen, que el derecho es la norma y nada más que la norma dictada por el Estado; nada tiene que ver con la justicia; nada tiene que ver con la moral y los valores. A políticos inteligentes y veteranos solemos escuchar no raras veces diciendo que la política está fuera y por encima de la moral. Así se expresan con duro empaque y convicción.

Y la Iglesia, nos dicen, no tiene que meterse en la política, porque la política es lucha y eficacia de poder. Estas ideas y posturas inveteradas forman el telón de fondo de toda razón política y de toda gestión gubernativa.

Concluye con otra pregunta: ¿Cómo haremos para romper estas mallas de pensamiento y hábitos perversos? Con la verdad, la justicia y la solidaridad, la cultura puede recobrar su rostro humano".

Hoy, después de diez años, estamos igual o peor (depende de quién lo diga), todavía seguimos siendo el país en donde más alto es el índice de percepción de la corrupción en Sudamérica, teniendo solo a Venezuela por delante.

Así las cosas, tenemos que ser conscientes de que la tarea es larga, compleja y difícil. En toda la patria todo es urgente: La salud, la seguridad pública, la educación, las carreteras como los puestos de trabajo, la mendicidad,…es necesario rehacer desde cero.

Hace falta comprender que sólo un pueblo unido y lanzado a una empresa fraterna y solidaria, jamás será vencido. ¡Es posible si queremos un Paraguay mejor! 




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