Excelente relato para reflexionar
El interesante manual Vivir
con Cristo nos trae un sinnúmero de enseñanzas, entre tantas, la
siguiente: Aquel hombre fue a una peluquería a cortarse el cabello. Entabló una
amena conversación con el peluquero. Al tocar el tema de Dios, el peluquero
dijo:
“Fíjese
caballero, yo no creo que Dios exista, como usted dice. Basta con salir a la calle para darse cuenta de que Dios no
existe. O dígame acaso si Dios existiera, habría tantos enfermos, habría niños
abandonados. Si Dios existiera no habría sufrimiento ni tanto dolor para la
humanidad. Yo no puedo pensar que exista un Dios que permita todas estas cosas”.
El cliente se quedo pensando un momento,
y no quiso responder para evitar una discusión. Pero al salir de la peluquería,
vio a en la calle a un hombre con la barba y el cabello largo. Al parecer hacía
mucho tiempo que no se lo cortaba y se veía muy desarreglado. Entonces entro de
nuevo a la peluquería y le dijo al peluquero: “¿Sabe una cosa? Los peluqueros
no existen.
“¿Cómo
que no existen? Aquí estoy yo, y yo soy peluquero” replico este.
Dijo el cliente: No, no existen porque
si existieran no habría personas con el pelo y la barba tan larga como la de ese
hombre que va por la calle.
“Ah
los peluqueros si existen. Lo que pasa es que esas personas no vienen hacia mí,
retruco el peluquero”.
Y
el cliente terminó la conversación de esta manera: ¡Exacto! Ese es el punto.
Dios si existe. Lo que pasa es que muchas personas no van hacia él, y no lo
buscan. Por eso hay tanto dolor y
miseria.
Hoy, para el terrícola que se "cree" del primer
mundo, mundo “adelantado y posmoderno”, declararse agnóstico u homosexual parecer
ser “la moda, el toque”, es decir, estar en la onda, en lo correcto.
El relativismo y la eutanasia cultural del
mundo “tecnificado”, ha estupidizado al hombre del siglo XXI, enclenque y con averiada
conciencia moral, quien ha dejado al margen lo trascendente, para “narcotizarse”,
con la cultura del vyroreí, deslumbrado y consumido por el consumo que lo consume.
Pululan hoy, aquí y allá, por derecha y por
izquierda, intelectualoides de pacotilla,
quienes como si fueran dueños absolutos de la verdad, y por tanto, con timbre de
gloria, niegan la existencia de Alguien con inteligencia superior, que todo lo ha
creado y por milenios lo sostiene. Es decir, niegan la existencia de Dios.
Todo hombre nace hambriento, inacabado, indigente
y con tendencias al mal. Pretender erigirse en un ser evolucionado del mono, es
simplemente sufrir una terrible enfermedad: Síndrome de diocesillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario