lunes, 19 de agosto de 2013

¿CÓMO PREPARO MI JUBILACIÓN? (FIN)

Otra perspectiva. El sentido de mi vida hoy. ¡Feliz jubilado = Vida feliz!

Dice S. Núñez: Si la felicidad es la realización de los proyectos vitales que a uno verdaderamente le importa… ¿Cuál es mi proyecto vital hoy?. Los proyectos vitales son muchas veces fruto de una llamada que alguien nos hace para que lo asumamos, puesto que la vida humana no se construye en solitario. ¿Podría ser este llamado, una entrega de recursos a nuestros hijos en esta época de falta de trabajo, y crisis económica?

La felicidad es algo radical, que afecta a la persona en lo más profundo de su ser, en su vida. La felicidad no es un sentimiento, ni un placer, ni un hábito, sino una condición de la persona misma, de toda ella, es decir, está en el orden del ser, y no del tener. Es un “estado”

Precisamente por eso, “se puede ser feliz en medio de muchos problemas, y a la inversa, se puede ser infeliz en medio del bienestar, de los placeres, de lo favorable”. De lo dicho se desprende que la felicidad nace de la conformidad íntima entre lo que se quiere y lo que se vive. Al punto considero pertinente dar paso a ciertas preguntas formuladas por el Dr. Daniel Goleman, que  mucho me han ayudado:

1- ¿Por qué algunas personas aparecen dotadas de un don especial que les permite vivir bien aunque no sean las que más se destacan por su inteligencia?
2- ¿Por qué no siempre el alumno más inteligente termina siendo el más rico, el que más éxito tiene?
3- ¿Por qué unos son más capaces que otros de enfrentar contratiempos, superar obstáculos y ver las dificultades bajo óptica distinta?

Un nuevo concepto viene a darnos la respuesta a estas interrogantes. Es la inteligencia emocional. Ésta permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender sentimientos de los demás, tolerar presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo o en casa, acentuar nuestra capacidad de trabajar en equipo y adoptar una actitud empática y social que nos brindará más posibilidades de desarrollo personal, sosiego y calidad de vida.

¡Cómo negociar sin perder = Autodominio!. Los experto dicen: “Guste o no, somos negociadores”. La negociación es una realidad de la vida. Discutimos un aumento con el jefe, o tratamos de ponernos de acuerdo con alguien sobre el precio de un automóvil. Dos abogados tratan de arreglar un conflicto cualquiera.

El Secretario General del Sindicato se reúne con los Directores de la empresa para evitar una huelga. Vecinos intentan zanjar sus diferencias porque uno de ellos poluye el ambiente del barrio arrojando basura a la calle. No faltan especialistas en molestar con equipo de sonido de alto volumen, glorificando al máximo su prepotente ignorancia, imbecilidad, etc.

En fin, negociamos todos los días, aun cuando no caigamos en la cuenta de que lo estamos haciendo. Por ejemplo, una señora negocia con su esposo sobre dónde comer; con los hijos, respecto a qué horas deben regresar a casa. El hijo menor de edad insiste y fastidia porque quiere salir por la noche, ir a la fiesta en auto de papá, aunque el destino sea dos cuadras nada más….

La negociación es un medio básico para lograr lo que queremos de otros. La negociación siempre es una comunicación de doble vía. ¿Por qué negociamos?  Porque, aunque unas y otras personas comparten algunos intereses en común, en la mayoría de los casos existen intereses opuestos.
Por consiguiente, se afirma que: “El conflicto de intereses es una industria en crecimiento”.

Todo ser humano quiere participar en decisiones sobre problemas que le afectan; pero cada vez menos personas están dispuestas a aceptar decisiones dictadas por otros. Aunque se negocia todos los días, no siempre es fácil hacerlo bien. Y en etapa de la jubilación, es más que necesario el arte de negociar. Los profesores de Harvard Roger Ficher; William Ury, y Bruce Patton dicen: Existen dos estrategias estandarizadas para negociar: Suave y Dura.

El negociador suave procura evitar conflictos personales, y por eso hace concesiones para llegar a un acuerdo. No pocas veces termina sintiéndose explotado y amargado. El negociador duro ve todas las situaciones como una guerra de voluntades. Este aspira ganar a como dé lugar. Normalmente lastima su relación con la otra parte e interiormente queda insatisfecho, aunque diga: <he hecho un buen “negocio”>

Pero hay una tercera manera de negociar, según los expertos. El método de negociación según principios. Este método sugiere que se busquen ventajas mutuas siempre que sea posible, y que cuando haya conflicto de intereses, debe insistirse en que el resultado se base en algún criterio justo, independiente de la voluntad de las partes.

Este método es duro para los argumentos, pero suave para las personas. La negociación según principios muestra cómo lograr derechos y a la vez ser decentes. Permite ser justos al tiempo que protege contra eventuales “ventajistas”. Este método llamado negociación según principios o negociación con base en los méritos, puede resumirse en estos puntos básicos:

Las personas deben ser separadas del problema. Somos criaturas intensamente emotivas. No somos computadoras. En sanos intereses deben concentrarse los contendientes, no en sus “tercas” posiciones.

Un ejemplo: La custodia del niño luego de una separación de los padres, aunque se invoque “intereses superiores del niño”, frecuentemente se negocia en las posiciones (caprichos o terquedad) de los contendores (papá o mamá), y no con base en los méritos, es decir, el bienestar del niño.

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