¿Quién podrá contra mí….?
Yo celular, con fecha de nacimiento en el año 1983, me dirijo a usted, amable lector, para informarle y poner a su conocimiento que yo soy en nuevo dios y amo de mucha gente. Permítame ilustrarle con algunos ejemplos para que no le quepa la menor duda de que yo soy el amo y señor de millones de personas.
De hecho, yo nací para gobernar las vidas humanas y ellas me obedecen. Se hace lo a mi me place. Conste que aún soy muy joven, pero todos, absolutamente todos: ancianos, adultos, jóvenes, adolescentes, niños, mujeres casadas, divorciadas y solteras, todos por igual me quieren.
Hasta hace poco, las niñas preferían jugar con las muñecas, pero desde que yo hice mi aparición, todas ellas me prefieren; yo soy ahora el centro de sus vidas: Tengo tanto poder que aún al más encumbrado me atrevo a sacar de una reunión importante para que me preste toda atención. Basta con hacer unos sonidos melodiosos o simples vibraciones para que la persona se alarme y pida unas disculpas para brindarme su atención.
Tengo poder de interrumpir en la vida de mi esclavo estando este en servicio litúrgico, en una boda o en una reunión con el presidente o la primera dama y nadie se molesta conmigo. Incluso a la madrugada o a la media noche puedo interrumpir el sueño para entregar un mensaje de amor prohibido.
Mis dominados ya han inventado toda gama de excusas para prestarme atención donde sea y a la hora que sea. Resulta que, a veces, justo el que se cree dueño de mi vida está con su pareja, y en ese preciso momento yo irrumpo haciendo una vibraciones, entonces empieza a toser y se disculpa para ir supuestamente al baño, y todo eso, para prestarme atención.
Otro ejemplo de mi supremacía en la vida de millones: las personas me consideran un aliado incondicional, que tengo poder para socorrerlas en una emergencia o ayudarles a concretar un negocio importante, volver a unir un amor perdido o concretar un amor que pareciera imposible.
En realidad no soy tan incondicional, más bien yo diría que las personas me son incondicionales, porque no se pueden desprender de mí, ni siquiera un segundo. Yo, en cambio, a veces hasta soy traicionero porque delato o revelo los mensajes prohibidos, y entonces hay que ver cómo en muchos casos “arde Troya”. Hasta se han destruido relaciones por causa de mis infidencias.
Todo eso yo lo hago no necesariamente porque soy malo, sino para enseñar que no se “debe” estar totalmente dependiente de mí. La gente necesita liberarse; por eso yo recurro a esas medidas que causan dolor. Pero voy descubriendo que igual no ayuda; al contrario, cada vez aumentan más mis adoradores. No hay dudas. Yo celular, soy en nuevo dios. (Fuente: El ABC Estudiantil, p20- Desarrollo personal y profesional – Lic. Aurelia Colmán de Mascareño)
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