martes, 13 de septiembre de 2011

VIRTUD CIVICA O, CHATURA CIVICA .......

¡USTED ELIGE..!

En una conferencia dictada  hace más de una década en Ciudad del Este, el Dr. Roger Texier - entre otras consideraciones - ha expresado cuanto sigue:

“La virtud de ciudadano no se confunde con la del hombre privado. Es una virtud específica. ¿Por qué?  Porque el ciudadano, en cuanto tal, es miembro de una asociación de ciudadanos. Y hay una virtud muy especial de los ciudadanos, la que se refiere al Estado, al país, al bien común; la que Aristóteles llama virtud cívica.

En la “República perfecta”, la virtud cívica deben ponerla todos, puesto que es condición indispensable de la perfección de la ciudad. La llamada virtud cívica es una virtud bien particular. Consiste en el hecho de que el que manda, tiene que saber mandar y mandar bien, y el que obedece, tiene que saber obedecer y obedecer bien.

Hay una virtud cívica del que ejerce la autoridad: un magistrado, un general, un jefe de gobierno, un intendente. Hay una virtud cívica del que cumple con las leyes. Se llama obediencia, prudencia, confianza. Pero en todos los casos, la virtud cívica es la que cuida de los intereses comunes, del llamado bien común”.

El día que comprendamos claramente el concepto de virtud cívica, iniciaremos el primer paso que nos aleje de esta penosa chatura cívica que padecemos y, hacemos padecer. Entonces, y sólo entonces, ya no habrá gente que azote al prójimo y al bien común con salvaje prepotencia: Respetaremos el derecho de los demás; seremos mejores vecinos; ya no haremos sufrir al trabajador o al enfermo con ruidos molestos; cuidaremos nuestras plazas y calles y no arrojaremos en ellas, nuestros desperdicios, etc.

Hoy, nuestra chatura cívica nos ubica en el quinto mundo... ¿por qué? Porque no pocos han tomado como bandera el vandalismo, la  grotesca arrogancia, la indecencia y la vida inmoral al tope, haciendo de nuestro bello país, un Paraguay maximísero, apocado y errante.

Debemos redimirnos de esta bestiaria vida. Hemos sido creados con inteligencia, voluntad y libertad. Vivamos, por tanto, en armonía, de las manos de ricas relaciones humanas, practicando el respeto, la tolerancia, la solidaridad, es decir, las virtudes cívicas. Cuesta poco y el provecho es demasiado. De nosotros depende elegir vivir la virtud cívica o seguir sobreviviendo con la chatura cívica que tanto daño ya nos ha causado.

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