sábado, 14 de mayo de 2011

LA CÁRCEL

¿Escuela de delitos?

Cientos de entrevistados por la televisión y radioemisoras de América y el mundo entero, afirman que los delincuentes parecen haber encontrado en las cárceles el lugar más seguro para seguir con sus fechorías. Películas y novelas también nos muestran que en las prisiones se las arreglan para ordenar secuestros, extorsiones y hasta mandar matar sin que las autoridades puedan impedir sus acciones.

“Le tenemos a su esposa, pero necesitamos el dinero para liberarlo”. Del otro lado de la línea la voz de un angustiado marido pregunta dónde y a quién debe entregarse el dinero. Las estadísticas oficiales en algunos países considerados “violentos” revelan que la mayoría de las extorsiones se origina desde las cárceles.

El hacinamiento, la falta de estructura y personal bien pagado es insuficiente para combatir el problema; una realidad reconocida por las autoridades penitenciarias.

Con la tecnología – celular y notebook – los presos se las arreglan para mantenerse informados, ejecutan sus golpes desde la tranquilidad de sus celdas.  A esto se suma la corrupción de funcionarios que “ayudan” a prosperar el ilegal pero rentable negocio.
Entre ellas se destacan la explotación de las “privadas” donde fulgurantes uras de la noche aportan al lucro fácil.

Un gran problema es que los afectados no siempre denuncian estos ilícitos por miedo a represalias, pues no siempre se conoce al verdadero enemigo y a sus cómplices. Luego, el hecho termina en el famoso opa reí.

En algunos países se procedió a instalar sistemas de seguridad en la frecuencia de los teléfonos, pero por el motivo que sea, no se logra la meta deseada. Quizá sea necesario pensar en una estrategia diferente. Se habla hasta el hartazgo que la penitenciaria debe constituir una oportunidad para el interno: redimirse de sus miserias e insertarse en la sociedad, al quedar libres.

¿Por qué no soñar en la posibilidad de que el condenado pueda cambiar? ¿Cuántos están en esos depósitos humanos por alguna cuestión del azar, más que por delincuentes “profesionales”? Y, ¿cuántos reales delincuentes no vivirán tranquilos y protegidos fuera de las cárceles? Para ello, entre otros, es necesario que no sea cierto lo que el diario ABC ha publicado en su pag. 80 del 09.05.11: <corrupción convierte a cárceles del país en “hoteles de tránsito”>

Si las autoridades creen lo que pregonan: “que los reclusos pueden y deben reinsertarse en la sociedad”, luego de pagar sus penas, han de establecerse mecanismos para tal propósito. Por consiguiente, hace falta más compromiso con la efectiva acción y menos bla, bla. Nosotros, pueblo votante, demandamos más coherencia y patriotismo de todas las autoridades. El tiempo urge pues las cárceles cada vez albergan más habitantes.

La solución está en manos de los cortesanos del poder. Por consiguiente, si no pueden hacer lo que deben, cordialmente les sugerimos que vayan a sus casas y así, al menos, no cargarán sobre sus espaldas el estigma de ser solamente parte del problema.

Y usted, estimado lector, ¿qué opina?


foto: todosloscaminoshaciati.blogspot.com

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