miércoles, 4 de mayo de 2011

¡CALIDAD DE JUSTICIA!

Depende Exclusivamente de la Calidad de Jueces

¡No hay mal que dure cien años! ¡La justicia divina existe! ¡La justicia tarda pero llega....!

¿Quien no ha escuchado estos y otros lamentos de angustia y desesperanza? Todas estas frases no dependen de legislaciones, normas ni leyes. Dependen exclusivamente de la calidad de jueces que tenga en suerte o desgracia una sociedad. La Justicia, para muchos hoy, es sólo una bella expresión de deseo que, eventualmente funciona en una sociedad como la nuestra.
Cuando don “Pirá piré” es el acusado, la “justicia” es pronta, no barata, pero bienvenida. Si karaí “Mboriahú” es el procesado, posiblemente seguirá en esta condición hasta el día del juicio final, cuando no, condenado.

Para cientos de victimas de las violaciones de los Derechos Humanos (familiares de desaparecidos, torturados y muertos) del régimen militar de la dictadura stroniana, la justicia es cara y lenta, por consiguiente, injusta, pues una justicia cara y lenta, ya no es Justicia.

Pero felizmente, no todo el Poder Judicial está carcomido por la corrupción. Existen personas, aunque muy pocas, quienes antes que abogados, son personas honestas. Y esta realidad es la que aviva el fuego de la esperanza para muchos desgraciados deseosos que el vocablo justicia tenga alguna significación real.

Hace días nada más, la prensa nos ha golpeado nuevamente con un caso de tremenda injusticia. Un septuagenario ha sido diabólicamente engañado por su patrón, haciéndole firmar documentos adulterados y transferencias de bienes inmuebles, en total estado irregular. Ahora, la victima está con problemas, acusado de estafa y como si fuera poco, con tres órdenes de captura encima. El mismo ignoraba esta situación.

El hacer justicia en este caso, dependerá exclusivamente de la calidad de jueces que tengamos, y no precisamente de disposiciones, artículos, legislaciones y demás etcéteras. Para este anciano, acusado de estafador, cuando en realidad él, es el estafado, ¿cuándo llegará la justicia o, irremediablemente, tendrá que conformarse con aguardar que actúe la justicia divina? ¿Cómo acabará este patético caso?
Jueces y Fiscales, Orden de Abogados, Colegio de Abogados y demás paladines del derecho, en cuyas manos está hacer justicia, tienen la palabra.

Dependerá exclusivamente de la calidad moral de nuestros jueces, para que nuestra justicia, por fin, sea justa.

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