Palabra explicada por muchos; practicada por pocos.
Cualquier mortal dice, explica y pontifica sobre el gastado vocablo diálogo. Pero, “vivir el diálogo” es otra cuestión. Es necesaria una cierta disposición de ánimo, y sobre todo, un fuerte deseo de escucha para dialogar. Aquel que normalmente está cerrado, no dialoga; tampoco aquel que solamente quiere ser escuchado porque necesita proyectarse o porque se siente superior.