lunes, 31 de diciembre de 2012

AMAR ES RESPETAR

                                                   Reverencia interior y trato cortés

No se ignora que la actitud primera y elemental en las relaciones humanas, es el respeto.
Pero, cómo cuesta comprender que el otro es un mundo sagrado, y como tal, no sólo merece respeto sino también, reverencia.

Luego, ¿qué es respetar?. El respeto implica dos actitudes: una interior y otra, exterior. En primer lugar, venerar el misterio del hermano como quien venera algo sagrado. En segundo lugar implica no meterse con el otro. En su forma negativa - dirá el P. Ignacio Larrañaga -  se expresa así: “no pensar mal, no hablar mal del otro”. Y en su forma positiva significa: “reverencia interior y trato de cortesía

Siguiendo su reflexión, Larrañaga agrega: “La falta de respeto se llama vulgarmente murmuración y, científicamente, violencia compensadora. Todo el que murmura realiza los siguientes actos: entra en el mundo del otro, en su recinto más sagrado, que es el de la intencionalidad; allá levanta un tribunal; juzga, condena y publica la sentencia condenatoria”.

Vulgarmente utilizamos una excelente expresión para significar la falta de respeto: meterse. ¡No te metas conmigo! ¿Quién te crees para meterte en mi vida?. De eso se trata: de meterse o no en mundo del otro, de no invadir y pisar el terreno sagrado y privado (personal-familiar) del otro.

Ahora mismo recuerdo con qué facilidad y fruición, por ejemplo, durante la guerra sucia en campañas electorales, los políticos se “meten” en la vida e intimidad de sus adversarios. No quedan atrás ciertos programas telebasura, hurgando día y noche bajo el “soporte-técnico-terapéutico” (de un necesario programa entretenimiento social), la carroña o desgracia del prójimo.

Así las cosas, fácilmente alimentamos un clima enrarecido (familia, trabajo, vecindad, etc.),  en el cual ya nadie confía en nadie. La sospecha sienta sus reales, salpicando, incluso, a sublimes tareas a favor del bien común que a algún “ingenuo” se le ocurra realizar.

El respeto – agrega Larrañaga - se vive desde el profundo yo. Viene de dentro. Las palabras destructivas son hijas de los sentimientos destructivos. Reverenciar al otro, significa silenciar lo negativo que siento y deseo expresar en contra del semejante. Y ¿por qué debo actuar así?. Sencilla y llanamente porque como cristiano, no me es lícito valorar al hermano, como alguien “más pequeño”, “menos que yo”.

Por eso, es saludable meditar lo dicho por el célere poeta Juan R. Jiménez. “¿Quién sabe del revés de cada cosa?”. ¡Cuántas veces está la aurora detrás de la montaña!

A la actitud de respeto, llamamos reverencia. Podría constituir un excelente propósito para el 2013; respetar al otro.

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