El cristianismo no es gnosticismo (pretensión del conocimiento total); no predica la salvación por el exclusivo conocimiento. Ello sería barbarizar la razón. El cristianismo es acción libre, espontánea y amorosa. Es vocación a obrar bien, el bien.
San Agustín nos recuerda: “No se entra a la verdad, sino por el amor” Amor que se traduce en magnanimidad, humildad, entrega y gran dosis de coraje para pensar la verdad, decir la verdad y hacer lo justo y verdadero.