viernes, 21 de julio de 2023

TÍTULO ACADÉMICO…

 ¿Es más importante que el nombre de la persona?

Es una pregunta que debe abordarse. El crédito académico no es un nombre porque nadie se llama doctor, licenciado, ingeniero, master, etc. Son anexos que se anteponen a los nombres de las personas, y no lucen bien, cuando continuamente-mante rei se repite, una y otra vez. 

Citar, en actos protocolares el título con respecto a alguien, es una distinción académica y de oficio profesional, de la que uno se hace merecedor luego de haber concluido una carrera universitaria. 

Pero, en nuestro medio, parece ser una exigencia y peor aún, si resulta una exigencia de ciertos engreídos. Muchos a quienes les preguntan, cómo se llama usted señor, de inmediato-pya'e terei responden: doctor, licenciado o ingeniero fulano de tal, etc. ¿Quién dijo que un título académico forma parte del nombre? 

Dicen que hay casos de gente que al sacar copia o al gestionar algún documento, piden que se le adicione el título universitario. Parece que nacieron siendo ya doctores o licenciados, ¡qué mediocridad che memby! 

Es una realidad sociocultural, sobre todo, en países subdesarrollados, para vanagloriarse. Tal jactancia obedece al hecho de destacarse socialmente o por dar culto a su baja autoestima. Y peor todavía si dicen ostentar algún título académico sin poseerlo. 

Es pertinente decir que los títulos académicos revelan aptitudes y talentos que tiene la persona graduada; pero, no por ello, debe ignorarse el nombre. Obviamente, ¡valoro en demasía el esfuerzo, dedicación y tiempo y que supone la obtención de un crédito académico! Solo digo que el nombre es más importante. 

Quienes exigen que les digan master, doctor, licenciado, ingeniero creyendo que por ello son más valiosos, lo hacen generalmente, por mediocridad o por hambre de halagos y cual pavo real expanden sus alas a todo dar; y se creen la gran cosa. 

Independientemente de que exista alguna normativa que mande colocar títulos académicos delante de los nombres de las personas, la lógica indica que, cuando a alguien se le dice simplemente doctor, o licenciado, no se está discutiendo su capacidad ni su ejercicio, ya que ha obtenido la competencia. 

Puede ser profesional en medicina, abogacía, ingeniería, economía, finanzas, derecho, psicología, etc. Por ejemplo: fulano de tal, doctor en medicina, o abogado en ejercicio; licenciado en economía; citando la rama especializada a la cual pertenece, afirma Rolando Fernández.

 Pero, un título no es más que el nombre. Con razón, el novelista francés, Honoré de Balzac dijo hace más de 150 años: “Hay que dejar la vanidad para los que no tienen otra cosa que exhibir”. 

Dicen, “La vanidad es traicionera”, porque nos limita en todos y en cada uno de los ámbitos de nuestra vida, por considerarnos superiores y gritamos a los cuatro vientos lo seguro que estamos de nosotros mismos y de nuestros logros. Sin embargo, esta tendencia delata nuestras carencias emocionales. 

Deseamos que nos quieran tal como somos, pero no mostramos el verdadero rostro por miedo al rechazo. Así, vivimos en la cárcel del “qué dirán” la gente. Ya es hora de librarnos de la tirana vanidad, conquistar nuestra propia confianza y humildad, para comprender que cada persona tiene algo que podemos aprender. 

Nunca los otros cumplirán nuestras expectativas, ni llenarán nuestro vacío. Así, es importante conocernos para saber quiénes y como somos. Así meteremos menos “la pata”. Un título académico es importante. Pero si no lo tenemos, no nos dirán Licenciado, Doctor, Profesor, etc. 

Pero, nos llamarán Señor fulano de tal. ¿Qué significa que te digan Señor? Señor, es término de respeto y cortesía al dirigirse a una persona superior en dignidad o cargo. ¿Qué más queremos?

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