VIOLACIÓN QUE LOS
VIOLA
¿Importa más la cantidad que la calidad? Lo que sigue, parece escrito para hoy:
¿Qué
significa la tan trillada y violada palabra “institucionalidad” ante la
voluntad imperativa de un caudillo se erige como norma de conducción política?
¿Qué se entiende por institucionalismo?
¿Un
acuerdo político de cláusula axiomáticas o dogmáticas, canonizados por un
elenco de constructores e ingenieros de la política? ¿Es que, dentro de la
institucionalidad nadie puede poner reparos o expresar alguna reserva o
proponer alguna corrección? Así sería una institucionalidad despótica. (cfr. Secundino
Núñez – Sociedad y Política, p 66)
¡La mayoría o mandá! “En una
democracia manda la mayoría”. No. Mandan la Constitución y las leyes
establecidas, eso sí, por una mayoría de ciudadanos para su propia
gobernabilidad. Sin una limitación al comportamiento humano (…) solo es posible
la anarquía. Una vez aceptada la regla, mayorías y minorías están obligadas a
cumplirla. (cfr. Alcibiades González D. Abccolor 02.04.17)
¡La mayoría o mandá! Descolgándose de
esta verdad mal nacida, no pocos terrícolas de nuestra fauna nacional, cacarean
sin el menor rubor: ¡democracia pe jaimé!
Con esta enferma sentencia se intenta explicar – nunca justificar – todo tipo
de acciones fraudulentas, atropello al bien común y al semejante; violando
normas elementales de convivencia humana. Así transitamos raudamente por los
atajos de la anarquía.
Anarquía es
un concepto que hace mención a la ausencia de poder público. En el caso que nos
ocupa, está relacionado con nuestra chatura política. Por consiguiente, es una
situación de descontrol, en la que el Estado se debilita y ya no
puede ejercer el uso comedido de la policía.
Luego, no pocas veces
los ciudadanos desconocen el poder del gobierno,
lo que lleva al caos. Anarquía, es sinónimo de desorden y caos social.
“La política actual y también nuestra
pálida democracia están electoralizadas,
sometidas a los cálculos estadísticos y a las fechas de partos de las
elecciones, para consagrar a los duques, condes y señores feudales de
cada secta partidaria...
Las cúpulas partidarias deciden por propia cuenta la
vida, trayectoria y hombres próceres de los partidos. Al pueblo llano solo le
toca dar o vender su voto”. (cfr. Sociedad y Política p. 67)
“Y la reelección, según yo entiendo,
nada tiene en sí misma de inmoral o injuriosa, toda vez que los fines y los
medios adecuados del bien común la permitan y la pidan. Otra cosa diferente es
que ciertos gobernantes, con delirios arrogantes de poder, manipulen y
engatusen la voluntad ciudadana; y sin razones de bien común alteran la
constitución vigente, recauchutándola con enmiendas serviles a gusto y paladar
de un ambicioso infatuado”…
“Eso es otra cosa muy diferente. (...) Y es un
serio peligro. Especialmente cuando en esos momentos de chata cultura cívica,
cuando los partidos políticos se han vuelto estériles y los líderes políticos
no tienen estatura moral ni tiene magnitud histórica.(…) Llenarse la boca de viento y sacarse una
voz engolada con aires de Napoleón es fanfarronería y pérdida de tiempo. (cfr. Sociedad y Política p.180).
Quien pueda quiera y entender…que lo entienda..
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