domingo, 2 de abril de 2017

VIOLADORES VIOLADOS POR LA…

VIOLACIÓN  QUE  LOS  VIOLA

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¿Importa más la cantidad que la calidad?  Lo que sigue, parece escrito para hoy:
 ¿Qué significa la tan trillada y violada palabra “institucionalidad” ante la voluntad imperativa de un caudillo se erige como norma de conducción política? ¿Qué se entiende por institucionalismo?

¿Un acuerdo político de cláusula axiomáticas o dogmáticas, canonizados por un elenco de constructores e ingenieros de la política? ¿Es que, dentro de la institucionalidad nadie puede poner reparos o expresar alguna reserva o proponer alguna corrección? Así sería una institucionalidad despótica. (cfr. Secundino Núñez – Sociedad y Política, p 66)

¡La mayoría o mandá! “En una democracia manda la mayoría”. No. Mandan la Constitución y las leyes establecidas, eso sí, por una mayoría de ciudadanos para su propia gobernabilidad. Sin una limitación al comportamiento humano (…) solo es posible la anarquía. Una vez aceptada la regla, mayorías y minorías están obligadas a cumplirla. (cfr. Alcibiades González D. Abccolor 02.04.17)
 
¡La mayoría o mandá! Descolgándose de esta verdad mal nacida, no pocos terrícolas de nuestra fauna nacional, cacarean sin el menor rubor: ¡democracia pe jaimé! Con esta enferma sentencia se intenta explicar – nunca justificar – todo tipo de acciones fraudulentas, atropello al bien común y al semejante; violando normas elementales de convivencia humana. Así transitamos raudamente por los atajos de la anarquía.

Anarquía es un concepto que hace mención a la ausencia de poder público. En el caso que nos ocupa, está relacionado con nuestra chatura política. Por consiguiente, es una situación de descontrol, en la que el Estado se debilita y ya no puede ejercer el uso comedido de la policía.

Luego, no pocas veces los ciudadanos desconocen el poder del gobierno, lo que lleva al caos. Anarquía, es sinónimo de desorden y caos social.

“La política actual y también nuestra pálida democracia están electoralizadas, sometidas a los cálculos estadísticos y a las fechas de partos de las elecciones, para consagrar a los duques, condes y señores feudales de cada secta partidaria... 

Las cúpulas partidarias deciden por propia cuenta la vida, trayectoria y hombres próceres de los partidos. Al pueblo llano solo le toca dar o vender su voto”. (cfr. Sociedad y Política p. 67)

“Y la reelección, según yo entiendo, nada tiene en sí misma de inmoral o injuriosa, toda vez que los fines y los medios adecuados del bien común la permitan y la pidan. Otra cosa diferente es que ciertos gobernantes, con delirios arrogantes de poder, manipulen y engatusen la voluntad ciudadana; y sin razones de bien común alteran la constitución vigente, recauchutándola con enmiendas serviles a gusto y paladar de un ambicioso infatuado”…

“Eso es otra cosa muy diferente. (...) Y es un serio peligro. Especialmente cuando en esos momentos de chata cultura cívica, cuando los partidos políticos se han vuelto estériles y los líderes políticos no tienen estatura moral ni tiene magnitud histórica.(…) Llenarse la boca de viento y sacarse una voz engolada con aires de Napoleón es fanfarronería y pérdida de tiempo. (cfr. Sociedad y Política p.180).

Quien pueda quiera y entender…que lo entienda..

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