¿UN
VIERNES SANTO MÁS?
El viernes santo del año anterior, el P.
Raniero Cantalamessa, en la ceremonia de la Pasión de Jesús, dijo entre otras
cosas: “Solo la misericordia salvará al
mundo”. Lo opuesto de la misericordia no es la justicia, sino la venganza.
Jesús no ha opuesto la misericordia a la justicia, pero sí a la ley del talión.
“Ojo por ojo, diente por diente”.
Señaló que una falsa concepción de la
justicia de Dios hace que el hombre no entienda debidamente el concepto de misericordia,
que se opone a la idea de venganza. El Señor no quiere venganza, sino que el
pecador se convierta y se salve.
En efecto, Jesús
eligió entre sus discípulos a Mateo (Levi) que era uno de esos recaudadores de
impuestos despreciados por el pueblo de Israel (Mc. 2:14). Asimismo le comunicó
a Zaqueo, jefe de los publicanos o recaudadores, que iría a su casa aquel mismo
día.
Algo insólito
para la mentalidad tradicional judía, considerando que un rabino jamás debía
entrar en casa de un pecador. El arrepentimiento sincero de aquel hombre rico
corrupto se pudo ver en su actitud hacia los estafados: “la mitad de mis bienes
doy a los pobres -dijo- y si he robado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado”
(Mt. 19:8).
Jesús se mostró
absolutamente intransigente contra esta corrupción. Sin embargo, en su actitud
es menester reconocer algo importante. Rechazar semejante comportamiento
injusto no supone también darle la espalda al corrupto arrepentido.
La persona corrupta puede dejar de serlo cuando Cristo entra en su vida y le hace nacer de nuevo. La salvación es para quien reconoce que está perdido y necesita el perdón de Dios. Y ¡qué decir de la traición de Judas, el tesorero más corrupto del grupo de los doce que vendió a su Maestro por treinta monedas de plata!
A pesar de que
Jesús le conocía bien y sabía lo que haría, le lavó los pies como a los demás y
lo amó hasta el final. Jesucristo es el paradigma de la anticorrupción que
puede liberar el corazón humano de esta lacra ética y social, por medio de esa
regeneración personal que la Biblia denomina “nuevo nacimiento”.
La sociedad puede cambiar sólo si cambian las personas que la conforman. Por supuesto que la transparencia obligatoria de las instituciones y la exigencia de responsabilidades mutuas puede ayudar a combatir la corrupción, pero lo fundamental y prioritario será siempre la honestidad individual.
La Escritura afirma que el amor al dinero es raíz de
todos los males (1ª Tim. 6:19). Cada persona debe elegir entre dos opciones
vitales contrapuestas: seguir el ejemplo negativo del joven rico (Mc. 10:17-23)
o el positivo de Zaqueo. A veces, las muchas posesiones conducen al egoísmo y
al afán por poseer aún más sea como sea, olvidándonos así de nuestros
semejantes como en el primer caso.
Pero existe también la segunda opción, la del
arrepentimiento, la transparencia y la generosidad. Esta fue la actitud de
Zaqueo y la que nos brinda a todos los seres humanos el Evangelio de
Jesucristo. El
año de la misericordia es la oportunidad de oro para sacar a la luz la
verdadera imagen del Dios bíblico, que no solo tiene misericordia, sino que es misericordia
El papa
Francisco aseguró que
“la corrupción es sucia” y “una sociedad corrupta apesta”, y agregó que aquel
que permite la corrupción no es cristiano, sino que también apesta.
En este sentido, consideró que “los que
transitan la vía del mal, roban un pedazo de esperanza, a sí mismos, a la
sociedad, a mucha gente honesta, a la buena reputación de la ciudad, y a su
economía".
¿No nos sentimos
interpelados ciertos políticos, funcionarios públicos de
esta o aquella repartición estatal, médicos, sacerdotes, pastores, profesores,
comerciantes, periodistas, y demás pecadores…
Padres adúlteros,
coimeros profesionales, compradores de conciencias y vendedores de sentencias entre
otros terrícolas - Zaqueos modernos - de nuestra fauna guaraní, ante el llamado
de Francisco a arrepentirnos y volvernos a Dios? ¡A aquel que le que quede bien el
zapato…que se lo calce!
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