martes, 4 de abril de 2017

PONCIO PILATO

¿DEMÓCRATA  PERFECTO ?

Luego del viernes negro (25.03) para el país, según oponentes del rekutú, se oía hasta el hartazgo a referentes del oficialismo decir: “En democracia la mayoría decide y lo decidido, válido es”. Según mi corto entendimiento significa: “Atropello, luego existo”.

Siguiendo esta línea de reflexión, se me ocurre pensar que, si una “mayoría democrática” de nuestro desatinado globo terráqueo decide reivindicar a Caín, Judas Iscariote o Adolf Hitler como mártires del catolicismo y de los derechos humanos, muy pronto, más que pronto, los veríamos dichosos en compañía del Padre Abraham. ¡Claro está. Si la arrolladora mayoría todo lo puede..!

¿Cuál es el problema? Si sólo mandan los votos, ¿qué barbaridad inimaginable no se podría cometer? En la plaza del pretorio de Pilato – dice José Miguel Ibáñez Langlois -, donde una turba (mayoría cuantitativa- no cualitativa) pidió, reclamó, exigió, amenazó y consiguió la crucifixión y muerte de un inocente Jesús. ¿Ejemplo de democracia?

Algo curioso, por no decir otra cosa. Un argumento muy similar, presentaba el conocido autor de la teoría pura del derecho, maestro del positivismo jurídico y mentor de la democracia liberal (relativista) en el siglo XX, el “señor” Hans Kelsen afirma que Pilato, al condenar a Cristo, actuó como un perfecto demócrata. Han leído ustedes bien: un perfecto demócrata.

En el interrogatorio, Jesús habló de "la verdad". Y el Procurador preguntó: ¿Qué es la verdad? (Juan 18, 38), expresando así, según nuestro autor, el necesario escepticismo del político, que no puede andar haciendo averiguaciones religiosas, filosóficas o morales para gobernar: o no existe verdad, o no viene al caso en política. ¡Se condena a un inocente! ¿Qué importa?

Luego, Pilato busca entonces, la única respuesta posible en la multitud: que la causa se resuelva por voto popular; de allí la consulta cuasi plebiscitaria: ¿Qué hago con Jesús? (Mateo 27, 23). Como Pilato no sabe lo que es justo, la mayoría decide: "¡Crucifícalo, crucifícalo!" (Juan 19, 6). Así Poncio Pilato, haciendo crucificar a Cristo, hizo gala de perfecto demócrata.

Si por practicar el gusto o parecer de la mayoría se condena a un inocente, ése ya no es problema del procurador, ni de Kelsen, por lo visto, ni de sus discípulos los "perfectos demócratas".

Así las cosas, el "perfecto demócrata" al estilo ponciopiltiano cree ser muy neutral, pero tiende a las opciones morales más permisivas y relajadas, cuando no simplemente epicúreas y hedonistas, dado el peso de las pasiones humanas y de los intereses creados.

Y esas opciones no son en absoluto neutras, como tampoco lo fue la sentencia del pusilánime gobernador de Judea. Si se ha puesto de moda reivindicar a Judas; parece que también Pilato puede incluirse en el panteón de los héroes.

Mientras que, Jesús, el hombre que tuvo la osadía de identificarse con la verdad, se volvió el malhechor del circo: el perfecto intolerante. (cfr. José Miguel Ibáñez Langlois-El Mercurio). 

Cualquier parecido con nuestra enferma realidad… ¡es pura coincidencia!    

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