viernes, 21 de abril de 2017

CRISIS DE CREDIBILIDAD

                        INSTITUCIONES  Y  GENTE  NO  CONFIABLES

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Ciertas conductas incoherentes – palabras y promesas que contradicen acciones – aquí y allá, de esta o aquella autoridad o de algún referente social, manifiestan una y otra vez, la crisis generalizada de credibilidad en las personas. Y en esta gran “olla”, nos meten a todos, desde la presidencia de la República hasta el último “paria”.
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No me cabe juzgar si lo dicho está ampliamente justificado, pero no son pocos quienes por las redes sociales (que puede significar mucho o nada) y por las manifestaciones de un gran universo de personas (sondeos) comparten que: Las instituciones – en general - sufren crisis de confianza.

Luego, urge la necesidad de mayor transparencia por parte de sociedad y sobre todo, de las élites políticas porque, no pocos funcionarios públicos se desempeñan como si fueran “dueños” del poder (congreso, ejecutivo y judicial y demás instituciones públicas), la ciudadanía de segunda o de a pie, los percibe como pretores, dominadores y opresores.

Sí las instituciones públicas no funcionan (transporte de mala calidad, defensa del consumidor inoperante, hospitales sucios y desabastecidos, maltrato al contribuyente, injusticia en la justicia, arbitrariedades, robos y demás etcéteras harto conocidos), está claro que fácilmente el funcionario sea con razón, despreciado-vilipendiado.

Una demanda común: Deshacer las listas sábanas porque detrás de ellas se esconden verdaderas “lacras sociales”. Así desparecerán tantos indignados que muy indulgentes, solo piden a los indeseables  refugiarse en sus casas y que la política ya no sea pura pérdida de tiempo y gasto inútil para Juan Pueblo, única víctima de este infierno terrenal.

La ciudadanía decente clama porque la sana actividad política cumpla su verdadero rol: caridad en beneficio del bien común y no como es hoy; azote y estrangulamiento del pueblo a quien se dice servir.

La solución para este caos: Ser mejor persona. Para ello, Emmanuel Mounier, sugiere una Revolución Personal, no de manera violenta con metrallas y tanques de guerra; sino una mutación radical del "yo interior"

Llamamos revolución personal al proceso que nace en el instante de una toma de conciencia revolucionaria, de una rebelión dirigida en primer lugar por cada uno contra sí mismo, sobre su participación o su propia complacencia en el desorden establecido.

Sobre la separación que tolera entre aquello a lo que sirve y aquello a lo que dice servir y que se desarrollará, en un segundo momento, en una conversión continuada sobre toda la persona solidaria de sus palabras, sus gestos, sus principios, en la unidad de un mismo compromiso” 

Con otras palabras significa: “Luchar contra los males del pecado personal y lograr la conversión, primero, y luego, ayudar a la salvación del hermano-humano, del otro “yo”. Es urgente y necesario el cambio de mentalidad y conducta ¡YA!

En el libro de Carlos Díaz H. “El Hombre, animal no fijado p.13, se lee: “El humano de hoy es un animal enfermo, etimológicamente hablando (in-firmis-no firme): camina con un pie más corto que otro, ha hipertrofiado su brazo de acero de tecnita a costa de la bella alma de santo. Ojalá que, como una especie joven que somos, podamos rectificar y acompasar ambos avances.

No es tan fácil, pues, según parece, tantas escuelas y universidades del primer mundo no solucionan esta cuestión. Ahora bien, ¿para qué sirve la escuela si no para hacernos más buenos, sin dejar por ello de ser más tecnitas? 

Los negros acontecimientos del marzo reciente, nos interpela a realizar una auditoría moral de nuestro, pobre “yo”. Uno puede redimirse…si quiere....










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