¿Qué calificación tenemos?
Siguiendo con las enseñanzas, el Jesuita
Augusto Hortal Alonso agrega: El profesional pasa a estar instrumentalizado por
la empresa o el organismo en el que trabaja o, por el cliente para el que lo
hace.
Se espera que el abogado aplique sus
conocimientos y habilidades en hacer que a su cliente o empresa le den la razón
en los tribunales, aunque no la tenga. (p.63).
Se espera que el médico ponga su pericia
no solo para curar enfermedades, sino también para interrumpir un embarazo no
deseado, hacer una operación de cirugía estética o acortar la vida que se hace
insoportable al que lo vive…., o a los que lo rodean.
La técnica entra en escena de las
profesiones para potenciarlas y facilitar su ejercicio, pero con frecuencia
termina suponiendo una amenaza para la ética profesional.
La veneración por los logros
tecnológicos y el temor reverencial hacia sus arcanos, nos lleva a creer que
para todo problema humano, hay una solución técnica y un grupo de expertos
capaces de proporcionarla. Pero no hay que esperar soluciones exclusivamente
técnicas, para los problemas éticos.
De los profesionales se espera, según
Parsons, que en el ejercicio de su respectiva profesión no sean guiados por el
ánimo del lucro, sino por cierto altruismo, por orientación al servicio de la
colectividad.
La realidad, sin embargo, va por otro
camino. Hay una mercantilización de la sociedad y una mercantilización de las
profesiones.
Las instituciones y las empresas no
tienen empacho en anunciar las bondades de determinados productos farmacéuticos;
los servicios jurídicos para encontrar fórmula de no pagar multas de tráfico;
anunciar y ofrecer dietas y curas de adelgazamiento, remedios para la calvicie,
y aun, poder moldear la propia figura con la cirugía estética, según el propio
gusto.
Todo ello avalado por el prestigio
profesional. Pero lo que es, no es nunca
el último criterio de lo que debe ser. (p. 69)
Un
verdadero profesional es una persona consagrada a su profesión y a quienes
necesitan sus servicios. A ellos sacrifica su interés económico, su descanso,
su familia, incluso su salud. Los privilegios de que goza no son sino elementos
necesarios para mejor poder ejercer su profesión en beneficio de los clientes y
usuarios. P. 47)
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