Bonito término… hiper prostituido
Se define al amor como “Sentimiento que
inclina el ánimo hacia lo que le place: amor de los hijos, de la gloria.
Sentimiento apasionado hacia una persona de otro sexo. Persona u objeto amado: amor
mío. Inclinación natural: amor de padre. (Sinónimo: afección) Blandura,
suavidad….” “Dios
es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1ª Jn 4-16)
Pero el término “amor” se usa y
abusa dándole diferentes acepciones. Siguiendo la definición del diccionario,
tengamos en cuenta el vasto campo semántico (significación dada) a esta
palabra: Se habla de amor al prójimo, a la patria, al deporte, a los hijos, a
los padres, a los hermanos, a las cosas, a la naturaleza y amor a Dios. “Deus
Caritas Est”, carta encíclica del Papa Benedicto XVI. ¿Cuál es la diferencia
entre estos amores?
El auténtico amor. La palabra amor se emplea
generalmente para todo y para significar cualquier cosa, con muy diferentes
sentidos. Por ello, podemos analizarla desde dos puntos importantes: el amor
de deseo y el amor de caridad. Veamos:
1.- El amor de deseo: Si el amor
es la satisfacción o el placer del que ama, se trata entonces, del amor de
deseo “eros”…de un amor interesado, no pocas veces egoísta, que puede
reducirse a la sola autocomplacencia.
En décadas pasadas, el varón solicitaba
a la novia la famosa “prueba de amor”, que no era otra cosa sino la obtención
del favor sexual. Este amor no busca el bien de la persona amada, sino más
bien, del que no ama aunque dice amar, porque no pocas veces la persona
“amada” se siente no amada, sino poseída, instrumentada.
En realidad, quien así ama, sólo se ama
a sí mismo a través de su propio placer. En este sentido, el “amor” es
prostituido porque se lo confunde con el placer físico. ¿Puede ser este uno de
los motivos, una explicación del fracaso de numerosos matrimonios, que se
sintieron físicamente atraídos, pero
nunca se amaron de verdad?
.
2.- El amor verdadero: Este busca
el bien de la persona amada; es éste el amor llamado de “caridad”. Alguien que
se dona al otro, aunque ya no pueda proporcionarle placer físico (por alguna
enfermedad o deficiencia).
El amor verdadero resulta ser un
“interés” desinteresado, donde el interés radica en que el “otro” se sienta
bien, mediante mi ayuda. Este amor de caridad (ágape) es el que el
divino Maestro Jesucristo nos entregó, aceptando sufrir lo indecible y morir
por todos y cada uno de los hombres. ¿Es tan difícil entender esta verdad?
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