viernes, 8 de noviembre de 2013

“MAMMONIFICACION” DE LA VIDA


¡Sempiterno amo del mundo!

Mammón, en arameo, significa “dinero” <No pueden servir a Dios y al dinero>, es decir, a las riquezas, palabra empleada cuatro veces en el Nuevo Testamento, dos de ellas con el calificativo de “inicuo o injusto”  (cfr. Mt. 6,24; Lc. 16- 9.11.13).

Hoy la sociedad consumista, consumida por el consumo que lo consume, está compuesta por ciudadanos que calculan, pesan y computan. En efecto, pareciera que sufrimos de un terrible salvajismo por aspirar siempre y todo el tiempo, el dinero.

Con razón, hoy, más que nunca cobra importancia la famosa sentencia: “cuando NO se tiene dinero, SIEMPRE se piensa en él. Cuando SE tiene dinero, SOLO se piensa en él”

Hay personas que desayunan, almuerzan y cenan con los ojos fijos en la pizarra de cotizaciones. Es que el espíritu del “burgués y nuevo rico” se caracteriza por una mentalidad fagocitadora, que intenta reducir a “todo y a todos” en números, con una cierta tendencia a confundir lo grande con lo grandioso.

Y poco importa en qué consiste la magnitud: número de habitantes de una ciudad, de la altura de rascacielos, o la velocidad de un automóvil, tren o avión. Lo importante es que sea “grande”. Vivimos en la era del triunfo constante y del record.

Y aparecer en el Libro Guinness de los récords, será siempre una hazaña sea cual fuere el record alcanzado, al decir de Luís González Carvajal – Ideas y Creencias del hombre actual p.142 – al cual agrego: “así sea el mayor disparate” como la empanada más grande del mundo; la torta más alta del mundo; el chorizo más largo del mundo, video casero más largo del mundo… y sigue la lista…)

El dinero comenzó siendo un medio para medir el valor de las cosas y facilitar los intercambios comerciales, y así dejar los trueques y otros estilos de comercialización de antaño. Pero hoy se ha convertido en el “fin supremo” de la  vida, en el idolatrado dios.

Así las cosas, no resulta descabellado afirmar que en la actualidad, el Homo Sapiens ha sido aplastado por el “Homo Sentimentalis”. El homo sentimentalis no es simplemente el hombre que siente, puesto que cualquier hombre siente, sino el hombre que hipervalora su sentimiento por encima de la razón. En otras palabras: “El “Siento, luego existo” ha superado al “Pienso, luego existo”

Así las cosas, el desenfreno por el “tener”, hizo, hace y probablemente lo seguirá haciendo aumentar la ya abarrotada población carcelaria. ¡Lamentable!

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