¡Vive la vida… aquí y ahora!
Nuestra
condición humana, y por lo tanto racional, supone escuchar al mismo tiempo dos
“canciones”, una agradable y otra que no lo es: la del placer y
la del deber. Es que el placer está íntimamente ligado a nuestra
naturaleza, además, recrearse y entretenerse es necesario y conveniente. No
existen personas que rechacen los placeres, porque el placer es parte
componente de la felicidad.
Se define el placer como estado
afectivo agradable, unido a la satisfacción, a un deseo o a una actividad:
jugar al fútbol, ir al cine, cabalgar, conducir una motocicleta, ir de pesca,
bailar, etc. Y como la actividad del ser vivo es constante, dice J. Ayllón en
“Desfile de Modelos”, p. 38, el placer
también tiende a serlo. Y desvirtuada esta palabra, el “mandamiento” actual es:
“Si querés vivir bien, dejá que
tus deseos alcancen la mayor intensidad y no los reprimas; poné
todo el empeño en satisfacerlos y saciarlos, total, la vida se vive una
sola vez; además es muy corta, por lo tanto debés aprovecharla al máximo”. Por
consiguiente, para muchos, el libertinaje y la impunidad constituyen la
“felicidad”.
Escribe Lipovetsky, “En las
democracias avanzadas, la erosión del deber absoluto continúa irresistiblemente
su carrera en beneficio de los valores individualistas. Hemos edificado
una nueva civilización que ya no se
dedica a vencer el deseo, sino a exacerbarlo y desculpabilizarlo: los goces del
presente, el templo del yo, del cuerpo, de la comodidad se han convertido en la
nueva Jerusalén de los tiempos posmoralistas”.
Y Allan Bloom, profesor de Filosofía, en
lo que a gusto musical se refiere, agrega:“Desde Platón hasta Nietzsche, la
música se concibe como un intento por dar forma y belleza a las fuerzas oscuras
y caóticas del alma; por hacerlas servir a una finalidad superior, a un
ideal”
Pero a diferencia de la música de Bach y
de Beethoven, (salvo excepciones) el rock, la cachaca, rap y el reguetón, apelan solamente al deseo
sexual rudimentario y sin cultivar. Los jóvenes y niños saben que éstos tienen
el ritmo de la cópula sexual. Es una especie de pseudoarte, una industria que
cultiva la afición al estado orgiástico de sensaciones asociadas con el sexo,
droga y alcohol.
¿Es esto felicidad y éxito?. ¿Hay talento para escribir
decentes y agradables letras músicas hoy?. ¿Por qué las letras de las canciones celebran uniones y atracciones (perreo)
de diversos tipos y los fortalecen
ridiculizando las buenas y decentes costumbres del ayer.
Al parecer, la mediocridad ha ganado muchas
batallas. El buen gusto y la decencia han desaparecido..... con presunción de fallecimiento.
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