martes, 16 de octubre de 2012

SEXOADICCIÓN

¿Maldición o Ficción?

Hubo época en que pronunciar ciertas palabras “tabú”, como sexo, sexualidad, hermafrodita, etc, hacía palidecer a las abuelas, provocando extraño malestar. Hoy, el término sexoadicción, tiene la misma importancia que rascarse la nariz.

Es que nadie ignora que ahora lo sexual es una cuestión cultural. A diferencia de otras adicciones, la dependencia sexual puede adoptar muchas formas: desde la masturbación compulsiva a la violación, pasando por relaciones con múltiples parejas heterosexuales u homosexuales, encuentro con personas desconocidas, uso de pornografía, prostitución o líneas eróticas, exhibicionismo, pedofilia, etc., afirma José R. Ayllón (Introducción a la Ética p. 182).

El comportamiento sexual compulsivo se gesta, en la mayoría de los casos, en la mente, donde las fantasías sexuales, los sueños y los pensamientos de “bajo vientre” se ha convertido, al parecer, en válvulas de escape de los problemas interpersonales, familiares, baja autoestima y la insatisfacción personal. Pregúntese, ¿de qué hablan el bípedo joven y no tan joven, aquí y allá, ayer y hoy? …Lo sabemos todos.

Investigaciones del National Council of Sexual Addiction USA (Consejo Nacional de de Adicción Sexual), el alto costo de esta adicción es como sigue:

<Un 40% pierde a su pareja.
<Otro 40% sufre embarazo no deseado.
<Un 72% tiene ideas obsesivas sobre el suicidio.
<Un 75% ha intentado quitarse la vida.
<Un 39% aborta.
<Un 27 % tiene problemas laborales
<Un 69 % corre riesgo de contraer Sida y otras enfermedades venéreas.

No es tampoco secreto que esta desaforada adicción ha roto muchos matrimonios, y arruinado económicamente a prósperos “gallitos”, cuando su factura de teléfono de “línea caliente” ha sido extremadamente abultada y sus parejas lo descubrieron. A otros ha causado problemas legales y no pocos, optaron por el suicidio.(p.183)

Programas basura de nuestra prostituida televisión, en nombre de esparcimiento familiar y una peligrosa dependencia de Internet, que por su anonimato y accesibilidad, cada vez existen más ciberadictos al sexo de las webs porno y de los chateos eróticos, atentan gravemente contra la salud, no tan solo moral, sino física y emocional de nuestra gente.

Si gastamos salud y dinero ocupándonos de temas tan triviales como el mal arbitraje en los partidos de su “majestad el fútbol” de nuestra fauna guaraní; o, como quién ganará el concurso de “bailando por todos los caños”, o de las peleítas de los fugaces famositos de turno “La Yeguita y El Potrillito”, entre otros faraónicos disparates, es mucho, demasiado todavía lo que este fracturado, maximísero y errante país ha de esperar para reconstruirse.

Aguéguele a este festival  de permanente Vyroreí, las promesas de los políticos quienes ya no más, cuando ganen las elecciones, “viviremos en la sucursal del cielo”. ¿Estimado lector… ¿es esta cultura, país y conducta lo que desea para sus hijos y nietos..?

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