¿El consenso, el pacto, la alianza, es garantía de Ética?
Estamos siendo nuevamente “ametrallados” por promesas de candidatos de éste y aquel partido político, quienes nos “graznan” que, con ellos obtendremos mejor calidad de vida, salud, educación… mediante toneladas de propuestas en campañas electorales.
Naturalmente, las palabras diálogo, consenso, pacto, alianza, acuerdo… para conseguir mayoría democrática, están al orden del día. Sobre el punto, Antonio Machado escribió: “De diez cabezas, nueve embisten y una piensa” No es que estemos en contra del consenso, pero el consenso sin ética, de nada sirve. Lo tenemos comprobado por siglos.
El profesor Alasdair Macintyre, propone estas sencillas preguntas: “Si en una sociedad de doce personas hay diez sádicos, ¿permite el consenso que los dos, no sádicos, deben ser torturados?; ¿Qué validez tiene el acuerdo de una sociedad donde hay consenso general respecto al asesinato de millones de judíos? Nuestros políticos, debieran meditar una y otra vez estas cuestiones, cuando se trata de “consensuar a favor del pueblo”
La mayoría puede equivocarse. De hecho, se equivoca demasiado. Cuenta José R. Ayllón en “Introducción a la Ética”: “Cuando la policía peruana atrapó al creador del grupo terrorista Sendero Luminoso, Vargas-Llosa se apresuró a declarar su oposición a la pena de muerte. Y cuando el entrevistador le recordó que la mayoría de los peruanos aprobaban esa pena, el escritor respondió tajante: “La mayoría está equivocada, la minoría lúcida debe dar una batalla explicándole que la pena de muerte es una aberración”
El error, patrimonio constante de la humanidad, afecta por igual a todos, aun al “académicamente cultivado”. El pacto, consenso o acuerdo no garantiza la ética. La enfermedad (Sida) no es mala por consenso, como tampoco, la buena salud, es buena por consenso, pacto o alianza de una mayoría. El hecho de que millones de personas padezcan adicción a la pornografía, no por ser millones, tienen razón. Es decir, una conducta no se convierte en buena por ser mayoría.
¿Cuántos faraónicos disparates han cometido nuestros legisladores, por consenso? Ejemplo: ¿Han medido las funestas consecuencias para la patria la destitución Lugo? ¿Qué, quiénes y cuántos ganaron y, cuántos realmente perdieron? ¿Cuál es el resultado de la relación Costo-Beneficio para el país hoy, a causa de ese episodio? Estas preguntas deben ser respondidas con honestidad y sincero amor de patria, independiente de ser partidario o no, del enjuiciado (este espacio NO juzga la conducta de Lugo, sí pregunta las consecuencias del aquel acto consensuado para el jucicio político).
En Macbeth leemos un interesante diálogo entre Lady Macduff y su pequeño hijo. El mita-i pregunta si su papá, que huyó sospechosamente, es un traidor. La mamá responde que sí, y que los traidores deber ser ahorcados. El mita-í pregunta entonces quién debe ahorcar a los traidores, y su mamá contesta: los hombres de bien. Con la inocencia propia de sus pocos años, el mita-i dice: “Entonces los traidores serían imbéciles si se dejaran ahorcar, porque ellos son mayoría y pueden ahorcar a los hombres buenos”
Tal conclusión puede ser aceptada como “políticamente correcto”, pues no es descabellado concluir que sería posible una mayoría de traidores, a juzgar por las acusaciones con las que los candidatos a cargos electivos se “torpedean” pública y frecuentemente por los medios masivos de información.
Finalmente, con Secundino Núñez decimos que, “no siempre el concepto de “mayoría democrática” es válido en ética, pues la ética se mueve en el ámbito cualitativo, en cuanto aquella, en el ámbito cuantitativo. Cantidad no es igual a calidad.
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