Ejercicio de autoayuda
Muchas veces pensamos que somos personas agradables. A veces no entendemos la razón de por qué nuestras relaciones con los “otros” no van bien, encontramos dificultades y generalmente buscamos culpar a las otras personas. ¿Por qué?
1. ¿Me siento realmente bien y contento al observar que mis amigos y vecinos prosperan y avanzan en la vida?
2. ¿Aprecio a las personas por sus cualidades y no por la situación social o por aquello que puedo obtener de ellas?
3. ¿Acostumbro dar a las otras personas la atención y la consideración que ellas merecen?
3. ¿Acostumbro dar a las otras personas la atención y la consideración que ellas merecen?
4. ¿Soy capaz de elogiar y estimular los esfuerzos que las otras personas hacen, en lugar de criticarlas?
5. ¿Pueden los otros confiar en mi lealtad y en el hecho de que sabré respetar las confidencias que me son confiadas?
6. ¿Sé tomar en consideración los deseos y los sentimientos de otras personas, a pesar de que los mismos no concuerden con los míos?
7. ¿Soy capaz de controlar mi temperamento de un día para el otro, o sea, no mostrándome agradable un día y al día siguiente no?
8. ¿Soy capaz de controlar mi genio cuando otras personas no están de acuerdo conmigo?
9. ¿Soy capaz de admitir mis errores y disculparme por los mismos?
Quizá una mirada a nuestras recientes acciones, nos revelen que las relaciones con amigos, compañeros de trabajo, vecinos o familiares, pueden mejorar y reatar lazos rotos o a punto de romperse, debido a que no hemos sabido superar algunos desafíos señalados, y que nos incomodan.
Si es este mi caso y deseo recuperar la paz que “transporta” las sabrosas relaciones humanas con aquella persona con quien no quisiera estar peleada, me atrevo, delicada y respetuosamente sugerir, poner en marcha el último punto de este ejercicio. El único riesgo que corro es que, al minuto pueda encontrarme fraternalmente abrazado y en paz con aquella persona y conmigo mismo.
¿No es buena idea?... Claro que sí, entonces… ¿qué espero para ponerla en práctica?
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