sábado, 1 de octubre de 2011

HÁBITOS DEL HOMBRE

                                    ¿Qué clase de hábitos?

Foto: Wed.
Un hábito se puede definir como una disposición estable que inclina a determinadas acciones, haciéndolas más fáciles. Un hábito sólo se adquiere por repetición de actos, porque produce un acostumbramiento, nos enseña el profesor Ricardo Yepes Stork.
Citamos, por tanto, al menos tres tipos de hábitos:

- Hábitos técnicos, destrezas como dominio del balón, la del piloto de aviones, etc.
- Hábitos intelectuales, hablar varios idiomas, resolver problemas matemáticos, etc.
- Hábitos de carácter, son los referidos a la acción, a la conducta que inclina a comportarse de una determinada manera. El carácter, de hecho, está formado por una serie de hábitos de conducta y modos de reaccionar que tienen su base en la educación.
Los hábitos se adquieren por repetición de actos. ¿Cómo se aprende a ejecutar la guitarra? Practicando. ¿Cómo se aprende a ser caradura? Siéndolo frecuentemente. ¿Cómo se aprende a ser sincero? No siendo mentiroso. Los hábitos se adquieren con la práctica. No hay otro modo.

Y la repetición de actos se convierte en costumbre; se ha dicho que el hombre es un animal de costumbre. Al hábito malo llamamos vicio y, al bueno, virtud. ¿Por qué no desterramos el mal hábito de ensuciar las calles; arrojar desperdicios a las plazas; a estacionar en medio de la vereda; a torturar con ruidos molestos a la población decente; en fin, a no hacer excelentemente bien todo lo que está mal?

Adquiramos, en cambio, hábitos virtuosos como la puntualidad, el cuidado del bien común, respeto a reglas de convivencia humana; el dominio propio, la honestidad. Si apreciamos, seremos apreciadores, si cometemos injusticia, seremos injustos; si hacemos las cosas vaí vaí, nos convertimos en chapuceros; si cumplimos nuestros compromisos, seremos fieles.

Podemos ser mejores si queremos. Hemos sido dotados de inteligencia, voluntad y libertad. Nada nos falta para apuntar hacia la realización plena como humanos. Seamos por tanto, felices. La Iglesia, el Gobierno, los vecinos, la escuela, el dinero... pueden ser factores de ayuda para el logro de nuestros objetivos. Pero ser personas decentes y virtuosas o no, depende única y exclusivamente de nosotros.

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