miércoles, 12 de octubre de 2011

PROFESIÓN:"ADULADOR"

                                        Inequívoco sello del hipócrita y avaro

Cualquiera sabe que la mediocridad comparte morada con la carencia de valores personales. El mediocre, aun con varios títulos académicos, es un experto "succionador de medias" y husmeador del deseo de sus amos; se vende a quien más paga y prospera por pokaré.

El adulador hipócrita vive toda su vida envuelto en mentiras. Hace todo lo contrario a lo que dice, cuando algún beneficio ha de succionar; traiciona, entonces, una y otra vez. Vive como un domesticado y morirá servil. Pero es "terror" de su subalterno y no dudará en pisotearle la cabeza, si ello lo "pondrá bien" ante sus amos.

El adulador profesional, generalmente es cobarde e injusto, pues, como no tiene valor para pensar y decir la verdad, tampoco lo tiene para ser justo. Su egoísmo le hace indiferente a las necesidades de sus compañeros de trabajo, sobre todo si son de menor rango. No dudará en calumniarlos ante los jefes, si esta vil acción acrecienta puntos a su favor.

El hipócrita y además jopý, guarda su dinero, pero "fagocita" la comida pagada por los famélicos salarios de sus subalternos, o de los menos favorecidos. Si por ventura tiene que aportar algo, lo hará sólo si su óbolo será aplaudido. Y todavía, es capaz de hacer alarde de la limosna que ha sacrificado

Así las cosas, el adulador profesional, hipócrita y desleal está siempre dispuesto a traicionar sus principios a cambio de un beneficio, por lo "letradito" que es. Ignora la gratitud y sus palabras bastan para destruir amistades. Como sabe que no confían en él, vive desconfiando de todos y no pierde ocasión para hablar mal de todos.

Debido a su rastrera conducta es hijo del fugáz éxito. La popularidad o la fama que pudiera alcanzar debido a sus cartones o a la impúdica habilidad de "succionar calcetines" - no a méritos -  le ilusiona codearse con los transitorios gerentes generales del universo. Rótulo: "Pelagatos ayer, grotesco y prepotente nuevo rico, hoy". Se declara cristiano y comulga en difrerentes templos, para vender dosis de fe; sin renunciar a su condición de traidor, de la confianza del prójimo y de quienes alguna vez han confiado en él.

Pero, ¿De qué le sirve a este engendro poseer casa principesca, flota de vehículos, abultada cuenta bancaria, títulos académicos y aplausos obligados ante cámaras y micrófonos si los hijos advierten que su papá es, ha sido, y probablemente seguirá - salvo algún milagro - ..... una reverendísima peste social?

Naturalmente, lo precedentemente mencionado, es sólo un relato imaginario. Semejante historia ha de desarrollarse, tal vez, en lejanos continentes. No obstante, si este quimérico escrito, a su juicio estimado lector, encaja con algún homo sapiens de nuestra fauna departamental que usted conoce - amigo, vecino, profesor, jefe, subalterno o compadre - por favor, no se inquiete .. ¡es pura coincidencia...!


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