¿Representativa o Corruptora?
Esta inexplicable paradoja lo señala con muy afinada puntería el estimado Carlos Díaz:
¡Dar a cada uno lo suyo! Pero ¿qué hemos de entender por lo suyo? Acaso lo suyo de un “profesional” es ganar en cinco minutos cien veces más que un campesino al año?
Campañas y propagandas electorales, insultos, mercadeos, calumnias y demás violencias - tan familiarizadas con nuestros oídos - dan lugar a una actuación partidista fagocitadora que pone en tela de juicio la intención de construir el bienestar social. Algunos vicios reprochables derivan de este tipo de política partidaria, y estos podrían ser:
- Privilegios deshonestos. Los “pretores” se auto-confieren prebendas, impunidad, información privilegiada y demás “regalos propios del cargo”, ya harto conocidos.
- Contaminación de lo público y lo privado. Mezclados los gestores del bien público y los empresarios de la cosa privada, se fraguan pactos directamente entre estos últimos y el Estado... a los ciudadanos corrientes se les fríe a impuestos y demás cargas.
- Partidocracia o prepotencia de grupos parlamentarios. Estos grupos, no pocas veces monopolizan el poder a favor de sí mismos. El pueblo a quien dicen servir nada importa; sí, será “torpedeado” con nuevas promesas en épocas eleccionarias.
- Opacidad. ¿No se distribuyen al antojo de unos pocos los “fondos reservados”, fondo sin fondo, fondos con doble fondos, fondos para pagar pistoleros y terroristas, fondos para premiar corruptelas? .. ¿No hace falta transparentar las gestiones de entes públicos? Las cuentas de los plebeyos -los nuestros- sí, tienen que ser transparentes, o si no....
- Judicialización (conducta) de funcionarios públicos. Muchos “representantes” están un día sí y otro no, en el banquillo de los acusados, al final, nunca acusados...
- Infidelidad al votante. ¿Cuántos se han fugado de un partido a otro sin recibir los votos para ello? ¿A quién pertenece la “silla” de senador, diputado, concejal, etc., al votante o al votado? ¿Quién controla al votado?
Alguien ya lo dijo: Si el arte de la guerra es el arte de destruir, el de la política de rastrera - como la nuestra - es el de engañar. ¿No se grita acaso ¡político japú!
Conclusión: La democracia formal-representativa - ¿a quién en realidad representa; a un sector del pueblo, también corrompido? ¿No es el arte de oprimir al pueblo por el pueblo en interés del pueblo; vicio de unos cuantos puestos al alcance de la mayoría; promesas nunca cumplidas? ¿Cuántas veces el pobre “Lázaro” nunca ha sido recibido por el rico “Epulón” que en campaña electoral se dijo “servidor” del pueblo a quien hoy pisotea?
No se justifica... pero se explica por qué muchos y con razón sospechan de esta democracia representativa corruptora. Hace días nada más, Jorge Oviedo M. presidente de la Cámara de Senadores nos ha dado excelente cátedra de cómo concentrar varios males en una sola acción: injusticia, atropello, mbareté, pokaré, etc., pretendiendo ponerse por encima de la ley luego de violar gravemente una regla de tránsito.
¿Se siente usted, estimado lector, representado por este tipo de engendro?
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