Tendencia, secreta o manifiesta, a dominar.
“Che la a mandava ko´ape” El hombre tiene un continuo afán de dominar a los demás y someterlos, aunque sólo sea dentro del hogar. Este afán suele aparecer como autoridad despótica, que consiste en querer esclavos. Olvida que a los hombres no se les domina, ni se les desea o se les elige, como si fueran platos de comida, sino que se les debe respeto.
En una sociedad injusta, los que triunfan son los fuertes, y para triunfar hay que imponerse a los demás. Lo que triunfa es la fuerza, no la justicia. Es más, la justicia no es otra cosa que el nombre que se le pone a lo que me conviene, a aquel estado de cosas que favorece mis intereses y mi poder. La justicia es la ley que el más fuerte impone al más débil.
Surge entonces la pregunta: ¿vale la pena ser justo? Hay que contestar: ¡NO! ¿Por qué? Porque cuando tratas de ser justo, te conviertes en perdedor. Pensar que compensa ser justo (no robar, no mentir, no aprovecharte del prójimo, etc.) es, según esta mentalidad, una ingenuidad. No compensa ser justo, porque ser "justo" es reverenda estupidez.
Así las cosas, puedes delinquir siempre que no te castiguen, porque no te descubren descubren, o porque eres demasiado poderoso para que se atrevan a acusarte. Por tanto no tiene sentido ser justo, sino dominar a los demás: la justicia no es otra cosa que la ley del más fuerte, dice Ricardo Yepes S, en Fundamentos de Antropología, p. 238.
La lógica de esta postura es, la ley del más fuerte: éste debe dominar sobre el débil, que es despreciable e inferior. El mbareté pone a su propio servicio todos los medios de que dispone. Uno de ellos es el dinero. Este instrumento se utiliza para abrir todas las puertas, suavizar todas las voluntades y comprar todas las libertades, sin detenerse en “prejuicios” de tipo moral.
Cuando rige esta ley la ética es ridícula. Se impone la ley férrea de tipo mafioso, en la que rige una justicia consistente en que, el que está arriba es todo poderoso, para premiar, castigar e incluso matar. Esta postura considera la ley como un instrumento más de dominio, porque la justicia es solo un montón de letras.
La ley del mbareté conduce rápidamente a la infelicidad y a veces a la cárcel: a) No respeta a las personas; b) incurre en las peores formas de tiranía; c) lanza a unas personas contra otras, porque instaura la ley del mbareté; d) destruye la seguridad, el derecho, el respeto a la ley y a la justicia, y con frecuencia conduce a la guerra; f) envilece la convivencia, porque justifica todas las mentiras, aumenta el rechazo sistemático contra la verdad y genera un espíritu de resentimiento y de venganza; g) destruye los restantes valores morales de la sociedad. (RYS p. 239)
Esta es la causa principal de la fea situación política que desde hace tiempo padecemos. Una verdad muy clara, sin embargo,es: Si el hombre no se eleva por encima de sus intereses exclusivamente personales no será feliz. La persona no puede llegar a la felicidad si no ejerce buenos actos que tienen como destinatarios a los demás. Yo más Tú, es igual a Nosotros, diría E. Mounier.
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