¿Ha upéi…Mba'éicha reiko? ¿Y después, cómo andas?.. Iporãiterei ¿ha nde? Muy bien ¿y vos? .... Acto seguido Goyín pregunta al recién legado: ¿Podés pio explicarme que significa: ¿Sociedad personalista y comunitaria?... ¡Jalee mi!, dice uno y ambos leen lo que sigue:
El pensamiento de Emmanuel Mounier es conocido como “personalismo comunitario”. Esta doctrina ético-política diferencia la persona del individuo y pone a la persona y sus relaciones solidarias con los demás, como centro de interés en todos los marcos de la vida.
El personalismo para Mounier, más que teoría o doctrina, es vida; postura personal; es ética. El personalismo, es posición a favor del hombre como persona, y una afirmación radical de la primacía de la persona humana sobre cualquier otra cosa.
Persona es, autonomía en cuanto a su ser, dominio de sí mismo, inviolabilidad, unidad. Para no caer en el individualismo se debe considerar a la persona abierta al otro “yo”, para que con la comunidad, forme el “nosotros”: así, somos un “ser con”, un “existir con”.
La sociedad del personalismo comunitario fomenta el desarrollo de la persona. La comunidad es un “nosotros”. Une a las personas en solidaridad y amor. Es portadora de valores humanos, porque, entiende que ser persona es un privilegio en el mundo.
Porque toda persona viene con herencia genética y un entorno humano, que le condiciona para ser persona, como sólo él podrá serlo, a su manera. Nacemos menesterosos, abiertos, inacabados, hambrientos y con tendencias al mal.
“Somos…para ser...siendo. La acción es lo primero, la vida viviéndose”, con los otros, con el mundo y con nosotros mismos, dice el “personalismo comunitario de Mounier”.
Salir al encuentro del otro es necesario para encontrarnos a nosotros mismos. Porque, no hay un “Yo” sin un “Tú”. Hay un orden aparente que encubre un desorden establecido. Por eso, se debe trabajar para edificar bases de comunidad integral, de vida auténtica.
Pero esto, exige coherencia personal. “Es vital dar testimonio de nuestra ruptura con el caos establecido. La toma de conciencia que no sea una toma de posición; un cambio de vida; que sea sólo una linda idea, sería una nueva traición a lo espiritual”.
“El hombre real es el que se da”. El que está a favor del “nosotros”. Sabemos que el amor no acusa, que no es fiscal ni juez y que entre quienes aman, la igualdad llega por sí sola”.
Es difícil vivir con evangélica radicalidad: 1ª Tarea: “Agitar a los beatos somnolientos”, sacudirles de la abstención en que se deleitan, exigirlos a romper compromisos políticos injustos. La 2ª Tarea: “Hacer espirituales a los revolucionarios”, abrirlos a la acción.
Es ignorancia, el no saber que la primera prueba del real amor, es que el amor multiplica el amor, y que es preciso lanzarlo, desbordarlo alrededor de nosotros”. La dulce vida del “yo” terco, lleva al suicidio espiritual, a una “castración de la existencia”.
Todos decimos querer un mundo
justo, solidario, fraterno, humano. Y un mundo no es humano si no nos “damos”
fraternamente al otro. La persona se libera, liberando.
Educar es despertar personas. Si no se cambia el corazón de los hombres y las relaciones entre los hombres, en lo cotidiano, las revoluciones, los deseos y esperanzas, no harán otra cosa que traernos nuevos tiranos.
Paremos aquí…no entiendo
nada….che akãrasy. Y vos Goyín…tampoco entendí, resopló.
Mejor le pedimos al que sabe mucho de esto, al maestro Carlos Díaz H. ¿Sí pa?