Armonía: es equilibrio y proporción adecuada entre las diferentes
cosas de un conjunto. Relación de paz y entendimiento entre dos o más personas:
“Armonía conyugal”, según el diccionario. Y música: es el arte
de combinar armonía, melodía y ritmo.
Fácil es decir: hay que vivir en armonía con los demás. Lo difícil es ponerla en práctica, en un mundo de opiniones dispares, repleto de conflictos y verdades subjetivas.
Somos, en general, iracundos y resentidos. Furia y violencia desmedida se hicieron amos en la calle, en la iglesia, en el trabajo, en la familia…No es necesario ser muy listos para concluir que en nuestra pantanosa sociedad, el caos establecido es una realidad innegable.
Quienes vivimos una “adolescencia dilatada”, experimentamos agrias situaciones que “disparan” el sentimiento de angustia cuando nos provocan o cuando lo provocamos.
Pareciera que el terrícola “progre”, está sentado sobre un barril de pólvora, listo a estallar ante el más mínimo detalle que cree ofensivo. Así que el terrestre actual, es un animal en extremo sensible-pire pererî, que reacciona exageradamente por cualquier cosa-vyrorei.
¿Será porque no estamos en paz con nosotros mismos, debido a nuestro caos interior? O quizá, alguien nos irritó porque no nos saludó. O talvez, la razón de nuestro enojo se deba a algún frustrante “cuento de comadre-jas-ñe'ërei”.
Entonces, el enojo golpea duro a nuestras relaciones interpersonales y a la relación con Dios. Oigamos algunas recomendaciones de Juan Bosco:
La ponzoña del enojo
ataca a lo más íntimo de nuestro interior. Nos roba paz, nos hace miserables,
nos enojamos por nimiedades y fácilmente, perdemos la compostura. Luego, amenazamos,
insultamos, vociferamos con lenguaje soez, chabacano. Esto se ve a diario.
Así, nuestra debilidad afecta a los otros
y penosamente a los más cercanos, quienes más sufren. El rencor crea muros
de callada hostilidad. Y una discusión con rabia, causa daño emocional y hasta
mal físico, como nos muestran las noticias. ¿Qué hacer?. Veamos:
Alguien muy acertadamente dijo: “Vivir en paz es hacerlo en armonía con uno mismo, con los demás y con todos los seres vivos a tu alrededor. Vivir en paz es un proceso tanto externo como interno.
De modo exterior, es una forma de vida en la cual nos respetamos y amamos los unos a los otros, pensamos y conciliamos nuestras diferencias culturales, religiosas y políticas.
De modo interior, todos tenemos que buscar
dentro de nuestros corazones y mentes, y entender el miedo que impulsa la
violencia, porque si ignoramos la rabia interna, la tormenta de afuera nunca
cesará.
“Hay 2 tipos de ira: justa/injusta. Jesús enseña sobre temas enojosos. Se indignó por el duro corazón de los líderes religiosos (Mr 3.1-5) Y los corrigió firmemente por descarriar a la gente con su legalismo hipócrita (Mt 23.13-33).
Cuando los mercaderes convirtieron el patio del templo en una cueva de ladrones, Jesús mostró su celo por la casa de su Padre, usando látigo para echarlos de allí. (Jn 2.15). Así, actuó motivado por el celo por su Padre. La ira injusta es egocéntrica y destructiva.
Así, siendo las 7 notas musicales todas diferentes, si están en armonía producen deleite para la mente y el alma. Entonces, ¿Por qué no actuar como las 7 notas musicales?
“Pero ahora dejen todo eso: el enojo, la pasión, la maldad, los insultos y las palabras indecentes”. (Co 3:8) “No te dejes llevar por el enojo, porque el enojo es propio de gente necia”. (Ec 7:9)
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