domingo, 24 de octubre de 2021

¿POR QUÉ....Ocultar nuestra edad?

  
¿Cuántos años tenés?... ¡Ndéra na... qué pregunta…eso ko no se cuenta!  ¿Por qué esconder la edad cuando deberíamos sentirnos afortunados, más aun si tenemos una “juventud dilatada” Contar la edad… ¿es más penoso que el mismo paso del tiempo?. 

La psicóloga Isabel Serrano-Rosa dice: la cronofobia es la enfermedad del paso del tiempo, trastorno de ansiedad que sienten las personas con gran temor al ver que el tiempo corre inevitablemente. 

El cronofóbico no acepta la edad que tiene. Se agobia al no poder parar el tiempo”. No se acepta a sí mismo. Esto produce una gran. “Asumir lo que no queda más remedio que asumir es serenidad, no resignación”. 

También el miedo a envejecer, la gerontofóbia, ve las arrugas, no como fruto de la experiencia, sino de su deterioro y desplome porque ya no puede hacer mucho. 

Si nos cuidamos física y psicológicamente, el resultado será “la sabiduría: saber cambiar lo que se puede y no luchar contra lo que no se puede. Aprendamos a vivir el presente y a aceptarnos”. 

Recordando siempre que debemos “entrenar la mente para que sea flexible, disciplinada, abierta y empática: el esfuerzo vale la pena”. 

Así dice un escrito que me enviaron: "Una anciana, acostada en su cama y con asistencia respiratoria, meditaba sobre la fragilidad y dependencia de la vejez. La gran vejez es la pobreza total”. 

Pero, ella juzgaba su muerte como un “encuentro filial” con Dios. Recordaba su pasado y decía que llegaba la última página de su vida en la tierra, que pronto pasaría a dar lugar al maravilloso encuentro. 

Entraré en la muerte por medio de este vínculo de filiación con Dios que atravesó toda mi vida. Me preparo para vivir el encuentro con mi Señor. ¡Disfrutar de su amor cara a cara eternamente!”. 

A medida que pasaban los meses, sus palabras se hacían más precisas: “No tengo miedo de morir. Para el cristiano, morir debería ser el día más hermoso de su vida. ¡Qué gozo ir a ese encuentro final!”.

Oración: "Señor, creo en Tí con todo mi corazón. Confío en tu infinita misericordia. Gracias por tu paciencia y tu gracia que me guía. Te amo y te ofrezco todo lo que tengo. Lo que hice para Ti, para tu gloria y salvación de las almas. 

Dame la gracia de no sólo querer que me escuches, sino también de querer escucharte. Señor Jesús, dame el ánimo para mantenerme siempre vigilante y comprometido en hacer tu santísima voluntad esperando tu venida. Líbrame de todo mal". ¡Amén! 

Para meditar: “En un momento, en un abrir y cerrar de ojos (…) se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados”. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? (1 Co15: 52-55). 

Estas cosas he escrito a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna. (1 Juan 5:13). Me preparo para vivir el encuentro con mi Señor. ¡Podré disfrutar de su amor cara a cara eternamente!”.

A medida que pasaban los meses, sus palabras se hacían más precisas: “No tengo miedo de morir. Para el cristiano, morir debería ser el día más hermoso de su vida. ¡Qué gozo ir a ese encuentro final!”. ¡Lo afirmado no es ingenuo romanticismo, es promesa divina!.

Así las cosas... ¿Qué sentido tiene ocultar nuestra edad?

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