lunes, 1 de noviembre de 2021

¿POR QUÉ JUZGAR?...

 ¡A los demás…tan fácilmente!

Comparto este un mensaje recibido -entre tantos: “Un día, un profesor escribió así en la pizarra:

9x1 = 09  9x2 = 18  9x3 = 27  9x4 = 36  9x5 = 45  9x6 = 54  9x7 = 63  9x8 = 72  9x9 = 81  9x10 = 91

En la sala se hicieron muchas burlas porque el profesor se había equivocado: 9x10 = 91: la respuesta correcta es 90. Esperó que todos se callaran, y luego dijo: 

¡Así es como eres visto en el mundo! Yo me equivoqué a propósito para mostrarles cómo el mundo se comporta ante algún error tuyo. Ninguno de ustedes me felicitó por haber acertado nueve veces. Ninguno que te ve haciendo lo correcto te elogió por eso. 

¡No! Pero todas las personas te ridiculizaron, blasfemaron, humillaron y se burlaron de ti porque te equivocaste solo una vez. ¡Así es la vida! Debemos aprender a valorar a las personas por “Sus aciertos”.

 Hay personas que hacen lo correcto mucho más de lo que se equivocan, y acaban siendo juzgadas por un solo error y no son valoradas por los otros “nueve”.  “Por un error te pueden juzgar de por vida”

Este profesor les dio a sus alumnos una gran lección, aquellos eran muy jóvenes; aun sin experiencias vividas. Todos se fijaron en el error matemático, pero nadie se percató que la solución que puso el profesor estaba entrecomillada entre dos asteriscos. 

Cómo no iba él a darse cuenta de dicha equivocación, lo que esperaba es que los alumnos no cayeran en una actitud tan simplista como es burlarse por ello del mismo.

Somos personas, todas diferentes y únicas, por esa razón cada cual mantiene unos comportamientos determinados, una personalidad concreta, que da muestras de quienes somos. Sin embargo, esta particularidad de cada cual nos permite juzgar a los demás.

La variedad de personas que podemos encontrarnos es tan grande como el daño que podemos causar hablando de ellas sin conocerlas previamente.
 

Es por ello por lo que una relación sana se sostiene sobre el respeto y la tolerancia, incluido si la relación es estrictamente cordial. Si frecuentemente juzgamos a los demás, lo más normal es que nos conozcan por ello y seamos juzgados por aquellos. 

“No sólo el fútbol es un deporte nacional. Hay otros muy repetitivos. Parece que el hablar por hablar, sobre todo, el juzgar a los demás, excepto a uno mismo, es uno de los deportes más practicados. 

¿Por qué hablamos de otros y los juzgamos con frecuencia? ¿Contamos con elementos de juicio evidentes o a veces son meras conjeturas, rumores, “pálpito”? Por eso, ¿juzgamos rectamente? ¿O quién está legitimado para emitir tales juicios? 

“No juzguen y no serán juzgados” (Lc 6, 37) Se “juzga el pecado, no al pecador”.

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