¡Esta
frase atribuida a Buda, me hizo pensar mucho en vos, estimado Goyín!..
¡E'a nde!… ¿y por qué pio?... preguntó el aludido.
-Porque sos mi amigo y te aprecio. Reaccionás por cualquier cosa, vyrorey. Saltás como leche hervida-nde pochy rei, te enojás de balde...
Y por eso digo hermano: tu tranquilidad interior vale mil veces más que el: “hablaron mal de mí, no me saludó, me miró mal, se burló, etc.”…sin pensar que podría ser, muchas veces, incluso, algo subjetivo, es decir, te parece.. ¡reimo'ã!
Pensándolo bien, si te enojas muy fácilmente, cabe suponer que sos víctima del: “Vos sos el responsable de mi malestar… por tu culpa estoy así… me perjudicaste”. Es aceptar con puños y dientes apretados que; ¡vos me dominás!
Así, Goyín, aní nde vyro...a nadie le des poder sobre vos. Si cualquiera te perturba, nemo chalay pa...es porque autorizaste que: “lo que otros digan o piensan de mí, es más importante que lo que yo pienso de mí”… ¡qué triste sería eso anguiru!.
-Ndeee
¿Cómo pio hago? Indagó Goyín…poco convencido. -Escuchá al P. A. Milagro que dice: “Si de vez en cuando te sorprendes a ti mismo
después de una pelea con los tuyos, con los que más amas en la vida, o con los
que te rodean a diario por motivo de trabajo, de vecindad, etc....
“Y después de
haberte dejado llevar de tu nerviosismo, ya sereno, empiezas a recordar lo
pasado y viste que ellos tenían razón…Otras veces viste con claridad que la
razón era tuya, pero que fuiste exageradamente terco en la defensa de tu razón…
“Verás que, en toda
discusión perdiste, que toda pelea resulta negativa, que nunca sirvió para aclarar
la verdad o para acercar corazones; más bien los alejó; con razón o sin ella, quedaste
lejos y amargado…entonces te preguntarás: ¿valía la pena el altercado?
El Espíritu Santo
nos aconseja: “Haz, hijo, tus obras con dulzura, así serás amado por Dios”
(Ecl, 3, 17). “Sé pronto en escuchar y tardo en responder” (Eclo, 5, 11).
“Gloria y deshonra caben en el hablar, y en la lengua del hombre está su ruina”
(Eclo, 5, 13).
Será, pues, muy prudente pensar si tengo que hablar o callar: o cómo debo hablar. Otra cosita más. Empieza por no culpar a otros por tu enojo, ¿qué culpa tienen ellos de tu mal genio? ¿Por qué algo que sale de vos es culpa de los demás?”
Porque te digo algo más y con esto termino: Es imposible controlar la lengua ajena. Pero, se puede domar nuestra reacción. Te aseguro que con esfuerzo se logra. Sabés muy bien que yo fui una bestia, un pobre imbécil, inmaduro y mbarete, pero, ¡cambié bro...cambie!
“Pensána un poco”…qué distinto sería si aquella vez que tu papá te retó, hubieses actuado con calma, te ahorrarías pelea inútil y evitado que dejasen de hablarse mucho tiempo. Es decir, la vida sería más mansa y libre de angustias para todos…
Así que cada vez que estás repleto de ira recordá lo que alguien dijo: “Tu actitud es la frontera entre tener un mal o un buen día”. Porque sos akâ tarova-chapĩ. Entonces, los insultos serán como esos regalos que aceptamos o rechazamos.
Luego,
tengamos soberanía en nuestras actitudes, para que nadie controle nuestras
vidas. Pidamos al Espíritu Santo que nos cultive y evangelice la mente,
fortalezca la voluntad, para disciplinar la conducta. ¿Entendépa anguirú?...hasta
siempre.
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