Gozaban así de un perfecto dominio sobre la naturaleza entera, pero pecaron, y su pecado ha dañado a todos los hombres, pues a todos los hombres ha pasado la culpa con sus malas consecuencias.
Este pecado se llama pecado hereditario, porque no cometido nosotros mismos, lo heredamos de Adán. La culpa del pecado original se borra en el bautismo. Lo que pasó en el paraíso fue un “fatal error gastronómico”, como dice irónicamente Michael Korda.
Pero algunas de sus consecuencias quedan también en los bautizados: la enfermedad y la muerte, la mala codicia y muchos otros…”. Dice Luis González-Carvajal.
Y
Norma, dice canto sigue: “Pero Dios no nos
escogió para que vivamos postrados esperando que las cosas mejoren, Él nos dio
la vida con un propósito. No desperdiciemos el tiempo, aprovechemos cada
oportunidad, para ser testigo de su gracia y amor.
Dejemos de lamernos
las heridas, de sentir lástima, o mirarnos como algo de poco valor. Somos personas
únicas y especiales. Luego, no permitamos que las circunstancias o las personas
manejen nuestra agenda.
Vivamos, en
cambio, para agradar a aquel que pago caro por nuestra vida, con su sangre, estuvo
dispuesto a sufrir humillación y dolor por amor a nosotros. Porque, aunque
podía condenar decidió perdonarnos. Así que no caminemos sin rendirnos.
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; a anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; 19 a anunciar el año favorable del Señor”. (Lc 4-18-19).
Rara es la guerra que no fabrica hombres-topo, gente del bando perdedor que, por miedo a las venganzas, deciden encerrarse de por vida en una pieza, a la que una persona de confianza, la única que conoce su presencia, les lleva lo necesario para subsistir.
A menudo ocurre que 30 o 40 años después de la guerra, uno de ellos es descubierto por casualidad…y entonces se entera de que no había ningún cargo contra él!
Luego, es preciso reflexionar sobre nuestra situación hoy para descubrir las huellas del pecado. De hecho, “el hombre, cuando examina su corazón, comprueba su deseo al mal y se siente preso por muchos males, que no pueden tener su origen en su santo Creador”.
Jesús tuvo que afrontar solo la muerte porque todos le abandonaron. Llegó a mendigar consuelo en Getsemaní cuando fue por 3 veces en busca de sus discípulos y los encontró dormidos (Mt 26, 36-46).
El
Papa Francisco pide no cansarse de pedir perdón, de no dejarse llevar por el
orgullo y cultivar la pobreza de espíritu, “porque de los pobres de espíritu es
el Reino de Dios”. Luego, ¿qué es nuestro defecto de fábrica, ante la
misericordia divina…? Arriba los ánimos. ¡Es ahora o nunca!
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