sábado, 4 de diciembre de 2021

¡AMISTAD...Valor inestimable!

 
Dicen quienes saben y así lo sentimos: Los buenos amigos son buenos para la salud, ya que nos brindan afecto. Son soporte y bálsamo en tiempos difíciles. Ellos acrecientan nuestra confianza y autoestima. 

Estudios revelan que los adultos mayores con una vida social activa, pueden vivir más que otros adultos con menos conexiones. Pero, no siempre es fácil mantener la amistad. 

Las amistades pueden ser relegadas en relación a otras necesidades por cuidar a padres ancianos, a niños, por cambio de trabajo o por cualquier o por que se hayan mudado a otra ciudad o país. 

Pero, ¿cómo nace una amistad? Quizá, debido a la cercanía, a la calidad de persona en el trabajo, en la escuela…o encuentro en algún viaje…que dejó una impresión afectiva, aunque estos contactos hayan sido muy casuales. 

Amistad es dar y recibir. A veces damos apoyo y otras veces, lo recibimos. Hace falta que los amigos sepan que nos importan y que vigorizan el lazo afectivo. Luego, es vital que yo sea buen amigo, así como que me rodee de buena gente. Amistad real, es bendito lujo. 

Amistad es confianza y responsabilidad. Es no fallar a la palabra dada. Es llegar a hora, es cumplir promesas hechas. No “cacarear” información confidencial que me comparte. Es escuchar, no hablar solo para responder como “lorito ka'u”  (ka'u: borracho).

Los verdaderos amigos comparten lo que piensan y sienten, porque hablan sobre historias personales e inquietudes. Es señal que los amigos ocupan un lugar especial en nuestra vida, y profundiza el vínculo. 

Algunas amistades se rompen fácilmente, pero hay amigos más fieles que un hermano (Pr.18 24). Cuando los amigos comparten un hondo deseo de crecer para ser como Cristo, entonces estas amistades transforman y refinan la virtud. 

Se atribuye a Aristóteles, no cristiano, haber dicho: “La amistad es un alma que habita en dos cuerpos”. Creo en la amistad sincera, por ello dejo parte de la canción de A. Cortez y Facundo Cabral: 

A mis amigos les adeudo la ternura y las palabras de aliento y el abrazo; el compartir con todos ellos la factura que nos presenta la vida, paso a paso.

A mis amigos les adeudo la paciencia de tolerarme las espinas más agudas; los arrebatos de humor, la negligencia, las vanidades, los temores y las dudas.

Un barco frágil de papel, parece a veces la amistad pero jamás puede con él la más violenta tempestad porque ese barco de papel, tiene aferrado a su timón por capitán y timonel: un corazón…
  

Hoy, me siento feliz por reencontrar a personas que considero amigas, ¡luego de 20 años!. Creo en la verdadera amistad, porque lo siento presente. Para alegrar el corazón, buenos perfumes; para endulzar el alma, un consejo de amigos" dice, Pr..27-9)

Demos siempre gracias a Dios por lo amigos, orando con ellos y Por ellos. ¡Nada cuesta

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