miércoles, 27 de diciembre de 2017

VALORES...

INFERIORES  Y  SUPERIORES

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En aula, maestros como Secundino Núñez y Roger Texier nos hablaban asiduamente sobre principios y valores. Tomo parte de algunos apuntes recogidos en tales enseñanzas.

Con frecuencia citaban a Max Scheler diciendo que existen bienes y valores; que los primeros son cosas y los valores son “esencias, independiente de las cosas”, es decir, independiente de la existencia. ¿Cómo es eso profesor? Pregunté…

Respondió: La bondad, por ejemplo es una esencia (naturaleza propia y necesaria por la que cada ser es lo que es), porque, precisamente, no depende de que la gente sea buena o mala. La bondad existe por sí sola. ¿Puede ilustrar con un ejemplo por favor?

Perdonar, ha sido, es y será siempre bueno, aunque hubiera legislación que diga lo contrario. Matar, ha sido, es y será malo, aunque haya alguna ley que diga lo contrario.

El diccionario define Valor: “Cualidad física, intelectual o moral de una persona”. Valores inferiores son lo que agrada, lo útil, lo que provoca placer y que están disponibles para el momento, subjetivo y fugaz. Ese riquísimo asado a la estaca que devoramos, muy pronto se disolverá…horas más tarde, sólo será un sabroso recuerdo.

Los valores inferiores son necesarios para satisfacer la vida vegetativa del humano: diversión, deporte, alimentos... Son medios. No fines. No vivimos para comer, para competir en loca carrera del quien tiene mejor casa, vehículos, dinero o posición social. De ser así, sería el hombre una cosa más, entre tantas cosas.

Los valores superiores como libertad, respeto, verdad, etc., son perdurables y soberanos. Estos valores no las pueden cambiar ni la moda, ni legislación alguna.

La parábola del hijo pródigo (Lc. 15, 11-24) es un buen ejemplo de no comprender correctamente el significado del valor superior, por lo que no pocas veces, se vive en conflicto. El joven usó su “libertad” al elegir, pero eligió mal, optó por placeres inferiores y momentáneos que solo le produjeron sufrimientos. Y el papá respetó la libertad del hijo:

…Se fue a un país lejano a despilfarrar todos los bienes del papá en múltiples aventuras, bares, orgías, mujeres, vino y farra. Abandonó todo para vivir una vida sin sentido, hasta volverse miserable. El pecado arrastró al hijo haciéndole perder valores espirituales y humanos, como a tantos posmodernos hoy.

Comenzó a sufrir privaciones, carencia y angustia. El quería llenar su estómago con la comida de los cerdos que cuidaba, porque sentía hambre. Entonces volvió en sí, reflexionó, hizo un balance de su miserable vida y tomó la decisión de volver a casa, y así lo hizo…” (eligió bien esta vez).

Es necesario realizar balances, auditar nuestros valores morales…replantear acciones, pensamientos y conductas, reformar o darle nuevas formas a lo que debe ser “formateado”, al estilo del hijo pródigo. El hombre es un ser inacabado e imperfecto, precisamente, porque no está concluido…el hombre “barro”, materia prima que ha de moldearse él mismo.   

El ser humano debe optar por los valores superiores: honestidad, responsabilidad, patriotismo, solidaridad, libertad, justicia, verdad, integridad… para hacer y ser lo que está llamado a ser: hombre perfecto (Mt.5, 48)

La vida es un marketing. El marketing entra y sale por mi casa, se integra en mi familia, por teléfono, por mail, (agrego, por redes sociales facebook, twitter, instagram)…el que ahí no figura no existe y más vale que devuelva la cédula de identidad. (Jaime Barilko Valores y Virtudes, p.170)

Los valores superiores relevantes como justicia, libertad, responsabilidad, integridad, respeto, lealtad entre otros, se adquieren durante el desarrollo humano en la familia.

Así las cosas, en mis relaciones interpersonales, ¿Qué aspectos de mi vida debo mejorar? La respuesta me dará una profunda auditoria de mis propios valores. ¡Feliz año nuevo!. 














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