sábado, 27 de agosto de 2016

CADA UNO…

                                     ¡ELIGE  CÓMO  VIVIR!

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Cada ser tiene la opción de vivir como quiera. Luego, uno elige la vida que quiere vivir, cómo quiere vivir y con quien quiere vivir. Ciertamente, algunos tendrán que esforzarse más que otros, pero eso no es motivo para que los demás "dirijan" mi vida.


El cómo vivir es opción de cada quien: Uno decide vivir siendo feliz o sufrir una vida desgraciada.

En tal caso los especialistas recomiendan -aunque no es nada fácil- mantener una actitud positiva,  por ser ésta beneficiosa en cualquier aspecto de la vida. En el caso de tener que afrontar una enfermedad grave, lo es todavía más.

Afirma Mamen Garrido Ramón: “La actitud cura, afrontando la enfermedad desde el lado positivo. La reacción más lógica ante estas circunstancias es la negación, la explosión de rabia, la ira y el dolor. La tristeza y el abatimiento se apoderan de la persona y de sus seres queridos…

La actitud positiva significa elegir pensar de forma constructiva, objetiva y sana. Asimismo, visualizar, anticipar lo mejor y aprender a pensar en lo bueno y lo agradable. Nuestros pensamientos son realmente poderosos,

Ivana Casali – Psicóloga, ofrece algunas sugerencias ante las adversidades: “Solemos escuchar que nuestra actitud puede determinar la “cura” del cáncer, ¿esto es verdad? Nuestra mente y nuestro cuerpo son una unidad, cambios a nivel emocional repercuten a nivel físico, y viceversa.

Aquellas personas que tienen una actitud positiva, creyendo que hay algo que pueda hacerse sobre la enfermedad, muestran una mejor calidad de vida y tienden a vivir más, ya que el optimismo refuerza el sistema inmune e incluso propicia una más rápida y efectiva recuperación. Mientras tanto, los estados negativos (como el miedo, hostilidad, ansiedad, depresión, estrés) empeoran ese sistema inmunológico, que ya está debilitado por la enfermedad.

Si bien no podemos cambiar ciertos acontecimientos externos, sí podemos cambiar nuestra actitud ante ellos. Por ejemplo: En primer lugar, ser consciente de que un diagnóstico no es necesariamente una sentencia de muerte.

Luchar contra los sentimientos de soledad. No permitir que las relaciones entre familiares y amigos sean diferente a como eran antes del diagnóstico. No culparse cuando la enfermedad no evoluciona como hubiera deseado.

A pesar de todo, ser optimista. El optimismo es el valor que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia, es la tendencia a esperar que el futuro depare resultados favorables. Ser alegre, pero ojo, es imposible estar alegre todo el tiempo, sentir tristeza es normal en todas las personas. Lo importante es la actitud que tenemos frente a las situaciones.

Ante los problemas y desdichas de la vida podemos reaccionar de diversas maneras. Podemos mostrarnos indiferentes; podemos caer en el desaliento y la desesperación; o bien podemos adoptar una actitud de valor y resignación. Muchos se quiebran frente a los golpes de la vida, y tienen gran dificultad para recuperarse.

Los más sensatos frente al dolor se asemejan al acero flexible. Reciben golpes, pero saben soportarlos. Se doblan, pero no se quiebran. Sufren, pero no desesperan.

Enfrentan calladamente el dolor, pero buscan una solución para él. Lejos de maldecir su suerte o el nombre de Dios, aceptan la prueba con resignación. Y así como el acero flexible, que después de doblarse vuelve a su posición normal, las personas que confían en Dios. Ante los problemas y desdichas de la vida podemos reaccionar de diversas maneras: indiferentes, desalentados, desesperados, u optar por una actitud de valor y ofrecimiento al Señor Jesús la situación vivida.

Santa Mónica, ejemplo de perseverancia, alegría y fe nos ayude a superar las adversidades confiando en la misericordia de Dios.

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