COMO CAMPO DE ACCIÓN
Dice un famoso cuento: Un chino que tenía un caballo. Le dijeron
“hay que ver qué suerte tienes”, y él siempre decía: “no todo es como
parece...” El caballo se le escapo y los vecinos fueron a consolarle “por la
desgracia”: “¿Quien dice que sea una desgracia?”, comentaba. A la mañana
siguiente el caballo volvió, trayendo detrás una manada preciosa de caballos.
Los
vecinos le felicitaron por “la suerte”... “¿quien dice que sea una fortuna?” A
los dos días su hijo iba a caballo y cayendo quedó cojo. Volvieron para
“consolarle”: “¿quien dice que sea una desgracia?”, les dijo también. Al cabo
de poco hubo una guerra y el primogénito por estar cojo se libró de tener que
ir a pelear...
Podemos tener una idea de lo que es bueno y malo, pero no tenemos una mirada o visión de conjunto de las cosas. No pocos piensan que la vida es una carrera de obstáculos, que hay una carretillada de diarios problemas para ir superando.
De cierta forma es así, pero no podemos
quebrantarnos con el futuro, porque ello puede enfermarnos de obsesión, por
algo que está muy lejos si ni siquiera sabemos, si viviremos los próximos dos
minutos. Luego, sólo existe el “aquí y ahora”, el presente, y
debemos aprovechar las experiencias del pasado como experiencia, y la previsión
del futuro como deseo o esperanza.
Entonces, la finalidad de nuestra
existencia, es ver en cada día de vida una oportunidad para desarrollar nuestra
vocación de ser feliz, haciendo correctamente lo que debemos “hacer” y “ser”,
es decir, trabajar poniendo las esperanzas en el infinito amor a Dios.
Por ello, en lugar de desgastarnos en
preocupaciones por el mañana, llevemos la cruz de que todos tenemos, cada día,
como dice el Evangelio: “Por eso les digo: No se preocupen por sus vidas, qué
van a comer; ni qué van a vestir. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento y
el cuerpo que el vestido? Fíjense en las aves del Cielo, que no siembran, ni
siegan, ni almacenan en graneros, y vuestro Padre Celestial las alimenta.
¿Es que no valen ustedes mucho más que
ellas? ¿Quién de vosotros por mucho que desee puede añadir un solo día a su
vida? Y acerca del vestir, ¿por qué se preocupan? Contemplen los lirios del
campo, cómo crecen; no se fatigan ni hilan, y yo les digo que ni Salomón en
toda su gloria pudo vestirse como uno de ellos. Si a la hierba del campo, que
hoy es y mañana se echa al horno, Dios la viste así, ¡cuánto más a ustedes,
hombres de poca fe!
No anden, pues, preocupados diciendo:
¿Qué vamos a comer, qué vamos a beber, con qué nos vamos a vestir? Por todas
esas cosas se afanan los paganos. Bien sabe vuestro Padre Celestial que de todo
eso que necesitan. Busquen primero el
Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. Por
tanto, no se preocupen por el mañana, porque el mañana traerá su propia
preocupación. A cada día le basta su contrariedad” (Mateo. 6).
Decimos y oímos aquello de que el tiempo
es oro. Y no es una exageración. Hagamos lo que hagamos, utilicemos el tiempo en
lo que sea, debemos tener siempre en cuenta que ese momento es único y no
volverá, por lo tanto siempre será recomendable el saber en qué y cómo gastamos
porque hay cosas que puedes recuperar en esta vida pero “el tiempo” no es una
de ellas.
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