domingo, 6 de septiembre de 2015

PROGRAMAR LA VIDA...

¿POR  QUÉ  Y  PARA  QUÉ?

Sobrevivimos en un mundo absolutamente gobernado por la tecnología, a tal punto que en la familia, el “celu, la compu y las redes sociales”, en demasiados casos - han suplantado en casa, a papá y mamá. Los hijos son especialmente permeables cuando consumen del exterior, mucha información, nula formación.

Hoy es rarísimo que alguien no tenga un “purete” samsung galaxi. Debido al impacto que tiene la tecnología en nuestras vidas, tampoco es descabellado decir que – quizá sin quererlo, o ¿queriéndolo? - estamos programando una sociedad de huérfanos, emocionales, morales, espirituales, etc. Es  que el “dios tecnology”, ha acaparado mente y corazón del terrícola moderno.

La invasión tecnológica ha robado la identidad humana. De ahí la urgente necesidad de reprogramar o reconstruir la identidad. Es decir, volver a pensar, decir y hacer lo que queremos, aún con la posibilidad de equivocarnos….. porque hoy, otros la tecnología, con gran cuota de poder - nos dice qué, cómo, cuándo y dónde,  vamos a desarrollar nuestra vida.

Todos sabemos cuáles son nuestros “defectos y debilidades”, sin embargo no hemos querido o sabido cómo cambiar esos “malos” hábitos. Como dice Fernando Savater: “Tenemos ídolos en el fútbol, la pantalla, la canción, el dinero, el triunfo social o la belleza. Convivimos con ídolillos portátiles….” (cfr. Los 10 mandamientos del s. XXI, p. 29).

¿Cómo hacer? En primer lugar, reconocer que estamos desatinados y que debemos recuperar nuestra autonomía: somos seres con inteligencia, voluntad y libertad. Luego la tarea ha de tornarse un compromiso de fe en y con nosotros mismos. Fe en que lo que queremos ser y voluntad para lograr aquello que deseamos ser. Es una lucha diaria y titánica.

Afirmar que soy una persona confiable y que puedo cumplir una promesa hecha para mí mismo. Entonces, el mensaje va directo a nuestro cerebro, seguro que soy de fiar. Naturalmente, no todo podemos lograr sólo con nuestra inteligencia y voluntad, por consiguiente, pedir al que todo lo puede es la única alternativa. Recordemos que el hombre puede resolver sus problemas sólo mediante la Naturaleza y la Gracia.

Es que, no se puede cambiar de vida sin involucrar a Dios. ¡Imposible! Hay que clamar y reclamar a Él, para volver a ser persona honesta, inteligente, responsable, comprometida, con autodominio y leal. Pero debemos pedir, confiando que nos será concedido lo que pedimos. Eso es tener Fe.

Esta tarea requiere de hábitos. Un hábito se logra repitiendo una y otra vez lo que se propone. Repetir - por ejemplo - todos los días: “Hoy Señor, me das un nuevo día para usarlo de una manera maravillosamente productiva”. Ponerse en las bondadosas manos de Dios y rogarle hacernos dóciles a sus inspiraciones y además, pedir que nos fortalezca ante las tentaciones y nos proteja en cada minuto de nuestra vida.

Entonces, programar mi vida consiste en amarme a mí mismo, como digo amar a Dios y al prójimo y por lo tanto, dedicarme a una actividad que permita aplicar todas mis cualidades, un trabajo que verdaderamente disfruto hacer, que me da la oportunidad de dar y recibir amor y como si fuera poco, por añadidura, ganar algún dinero.

En síntesis, programar mi vida para recuperar mi estatus de criatura de Dios de vivir en paz… ya no programado por otros, como si fuera un robot

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