El Papa Francisco dice que, hoy también, todos los
cristianos están llamados a ser santos. Se refiere a la santidad ordinaria –a la santidad que llama de la “puerta de al lado”– para mostrar que no
es un objetivo inalcanzable o exclusivo de algunos. (Aciprensa)
Con
la ayuda de la gracia, todo cristiano puede vivir con amor y ofrecer “el propio
testimonio en las tareas de cada día, allí donde cada uno se encuentra”, como
se lee en el primer capítulo del documento.
Son
santos los padres que, con esfuerzo, crían a sus hijos; aquellos que afrontan
la enfermedad o el sufrimiento con espíritu cristiano; quienes se compadecen
del pobre y del necesitado; los que superan la tentación de la murmuración…
A
lo largo de toda la exhortación apostólica, el Papa ofrece ejemplos cotidianos
y sencillos que muestran las oportunidades que el día a día ofrece para
identificarse con Cristo y “construir, con él, ese reino de amor, justicia y
paz para todos”.
Los
enemigos de la santidad. En el documento Gaudete et exsultate denuncia dos
“falsificaciones de la santidad”: el gnosticismo y el pelagianismo, tendencias
que, cada una a su modo, esclerotizan el dinamismo de la vida cristiana, lo
encorsetan y olvida lo esencial.
“Solamente
a partir del don de Dios, libre y humildemente recibido, podemos cooperar con
nuestros esfuerzos para dejarnos transformar más y más”. Lo testimonia la vida
de los santos. Es más: precisamente nuestra falta de confianza en la gracia es
lo que “impide que Dios actúe en nosotros”.
Ese
falso camino de santidad se traduce en “una autocomplacencia egocéntrica” que
somete la vida de la gracia a las “estructuras humanas” y así fosiliza los
impulsos del Espíritu y empobrece la fe y la vida cristiana.
Pero
¿cómo alcanzar la santidad? La clave está en las bienaventuranzas: “En ellas se
dibuja el rostro del Maestro, que estamos llamados a transparentar en lo
cotidiano de nuestras vidas”. Nos anima a vivirlas con plenitud, pues “santidad no puede entenderse ni vivirse al
margen de estas exigencias, a ser testigos de Cristo”.
Testigo es el que
testifica, el que da fe de algo o de alguien; es afirmar la veracidad y la
rectitud de algo o de alguien, comprometer la propia palabra y la vida por
defender a esa persona o a esa posición. Todos debemos ser testigos de la
verdad y del bien; en todas partes debemos dar testimonio de la verdad y del
bien.
Siendo testigos, estamos
dispuestos a dar la cara por la verdad; aunque ello suponga incomodidades,
pérdida de ciertas conveniencias, ya que por encima de todo eso, debemos ser
testigos de la verdad y del bien. Cristo
es la Verdad y el Bien. ¡Ser santos hoy, es
posible, aunque no es fácil!
Un ejemplo:
“Carlo Acutis, de 15 años y aficionado programador de informática, documentaba milagros y apariciones marianas aprobadas en todo el mundo, y subía toda esa información en un sitio web que creó antes de morir por leucemia, demuestra que ser santo hoy, es posible” ¡Ta upéicha!