lunes, 29 de julio de 2024

LA BUENA NOTICIA... ¡Jesús nos salva!

¿Cuál es la Buena Noticia? La Buena noticia anunciada por Jesús consiste en que todos debemos esforzarnos para que el mundo sea un lugar donde haya más amor, justicia, paz y perdón. Para esto, el mismo Jesús nos ayudará si escuchamos su Palabra y seguimos su ejemplo. 

¿Cómo dar esa gran noticia? Sin dudas, con nuestra sana conducta, transmitiendo a otros cómo y por qué la fe da sentido a nuestra vida. Los cristianos debemos dar testimonio de esa amistad con Jesús que nos transforma. Es decir, que nuestro modo de ser-ñande rekove- sea un mensaje de esta “buena noticia” para quienes nos rodean. 

Decía aquel catequista: “Para recibir el perdón es necesario estar dispuesto a confesar totalmente nuestras malas acciones. Debemos arrodillarnos ante Dios, en humilde oración y reconocer nuestros pecados, confesar la culpa que sentimos, y luego suplicar su ayuda”. 

Si confesamos nuestros pecados, podemos confiar en que Dios, que es justo, nos perdonará y nos limpiará de toda maldad. Si decimos que no cometimos pecado, hacemos que Dios parezca mentiroso y no aceptamos su palabra (1 Juan 1:9-10) 

Así pues, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir según las inclinaciones de la naturaleza débil. Porque si viven ustedes conforme a tales inclinaciones, morirán; pero si por medio del Espíritu hacen ustedes morir esas inclinaciones, vivirán(Ro 8,12) 

“El ángel les dijo: “No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, que será motivo de gran alegría para todos: Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor”. (Lc 2: 10-14) 

Se trata de “comunicar” en el sentido más profundo de la palabra: acción que pone en “comunión”, que une, al hacer participar de este mensaje que trae la verdadera felicidad cuando se vive auténticamente. 

Un lugar de tormentos (Lc 16:23): “en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno...”. Un horno de fuego (Mateo 13:42): “y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes”.

 Cada uno es responsable de su salvación o condena. En Ezequiel 18:20, dice, “El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él”. 

Cada persona es responsable ante Dios de su vida. No podemos salvarnos o condenarnos por lo que otros hagan o no hagan. El destino eterno de cada uno será decidido por sus propias elecciones y conducta personal. Pero, hay gente que no creen en esto. La salvación es una responsabilidad individual. ¡Ta upéicha

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