Dice
Dolores Massot, filóloga, periodista y profesora: “El Dr. Alexis Carrel
(1873–1944) joven médico francés que no creía en Dios ni en milagros. Era
un científico que sólo creía en la ciencia, pero era un hombre sincero, pues luego reconoció
que existía Dios.
Alexis quería probar que los milagros de Lourdes eran mentiras. Y subió al tren de peregrinos enfermos, en un "Viaje a Lourdes” en julio de 1903 (donde habla de su conversión). Y allí con criterio científico tomó notas en su cuaderno. En el tren iban 300 enfermos.
Llegados los peregrinos al Hospital de Nuestra Señora de los Dolores (Lourdes), el Dr Boissarie propone a Carrel visitar a una enferma: “A las 14:30 tengo que examinar a Marie Ferrand, joven enferma de peritonitis tuberculosa, grave. Si regresa viva, será ya un milagro. Ven conmigo”.
“Se encuentra en el último grado y el corazón late sin orden: Observa su delgadez y el color de la cara y de los dedos...morirá pronto; puede vivir tal vez unos días, pero ya está sentenciada”.
La enfermera pregunta si pueden llevar a Marie a una de las piscinas, donde meten a los enfermos, pero el Dr. Carrel responde: Y si muere en el camino ¿qué hará usted? Y como no la van a meter en la piscina, vierten tres jarras de agua de Lourdes sobre el vientre de Marie y la llevan a la gruta.
Carrel vuelve a verla y se lleva una gran sorpresa: “Al mirar a Marie le pareció que su cara había cambiado y que su cutis lucía menos pálida. Estoy alucinado, se dijo a sí mismo; es un fenómeno psicológico interesante, y tal vez sea necesario tomar nota, pues la joven mejora repentinamente.
Cómo estás? preguntó Carrel. “Muy bien, no con fuerzas, pero me siento curada”. Carrel escribe, no hablaba. Aquel caso inesperado estaba en contradicción con todas sus previsiones y le parecía estar soñando, no podía creerlo”.
A las 3 de la madrugada, Carrel fue a la gruta. Marie había tomado un vaso de leche y le hacía bien. Podía sentarse en la cama tranquilamente. Su dolor había desaparecido y su pulso descontrolado había recuperado la normalidad. ¡La moribunda estaba bien!
Carrel recuerda que “tuvo la impresión de que, bajo la mano de la Mamá de Jesús, alcanzó la certidumbre y hasta creyó sentir su admirable y pacificadora dulzura, de modo tan profundo que sin la menor inquietud, alejó la amenaza de un retorno a la duda”.
La
noticia recorrió Francia y la comunidad científica anticlerical calumnió a Carrel, cuando éste, reconoció públicamente que se había convertido, pero que eso no suponía desprecio a su trabajo científico: Sufrió incomprensión y rechazo de sus colegas y
en su país no pudo encontrar trabajo.
Pero el dolor no era el fin. Viajó a EE.UU. Trabajó en el Instituto Rockefeller. A los 9 años de su conversión en Lourdes, Alexis Carrel recibió el premio Nobel de Medicina...¡Fe y ciencia no son incompatibles! Porque... ¡Nada es imposible para Dios!