La televisión “educa” -entendiendo por educación- cambio de conducta. Su atracción despierta curiosidad, pero no es útil a la hora de desarrollar el pensamiento, como cuando se lee un libro.
En la TV la palabra comparte morada con música e imagen. No da tiempo para pensar, pues no es su objetivo, debido al ritmo veloz que impone sus anuncios, Así nos convierte en torpes consumidores de cualquier cosa.
La TV dice José R. Ayllón, “es una de esas maravillas técnicas que manifiestan los sorprendentes recursos de la inteligencia humana. Pero, su mal uso y abuso lo hacen merecedora de adjetivos descalificativos: caja boba, telebasura, pornovisión, etc”.
Habiendo
programas disfrazado de entretenimiento (no pocas veces) el zambulleo patético
en la vida íntima de las personas hace que concordemos con descalificativos. El
sociólogo Karl Popper publicó un artículo contra los abusos de la TV:
“Veo improbable que la TV se
convierta en una fuerza cultural al servicio del bien, pues es más fácil
encontrar gente que produzca diariamente veinte horas de trabajo mediocre o
malo, que dos horas de buena calidad”.
Esto
debido -en parte- porque la puja comercial obliga a producir programas
aparatosos para captar audiencia, y un tema sensacionalista, raras veces es
tema que aspira calidad. Buscar el mayor número de espectadores no es lo
mismo que proponerse metas educativas.
De hecho, los medios de comunicación no compiten en elaborar programas de calidad moral, ni programas que transmitan a los niños una visión ética de la vida”.
El famoso actor y director de cine y teatro, Vittorio Gassman, con lenguaje menos académico dijo: "la televisión, al tratar de agradar a millones de personas, no podía evitar ser una gran estupidez, una auténtica macchina di merda".
Quizá, los consumidores consumidos por el consumo que nos consume, debamos aceptar cierta dosis de culpabilidad, Pero no es tarde ni todo está perdido, hay personas y programas instructivos-educativos que vale la pena ver.
“Hay que escapar del entretenimiento idiotizante de la TV”, dicen Susana y Tomás Hoffmann, un matrimonio de médicos psiquiatras. Pero no todo es telebasura. Hay programas instructivos: series documentales, comedias, concurso, historias, deportes entre otros pasatiempos.
No se sataniza la TV. Disfrutemos responsable y razonablemente. ¡Sólo eso-Upea minte anguiru!
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