La RAE así lo define: “Ciencia que trata del bien en general, y de los actos humanas en orden a su bondad o malicia”. “Conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en su vida”.
La moral es parte de la Teología que “estudia los actos humanos, considerándolos en orden a su fin sobrenatural. Hace al hombre Nuevo, que imita a Jesucristo”.
Dice el Catecismo de la Iglesia-CIC: “El objeto, la
intención y las circunstancias forman las fuentes o elementos constitutivos de
la moralidad de los actos humanos.”
El objeto que elijo es una acción de un deseo, gusto o voluntad. Es la causa de una acción. El objeto elegido determina moralmente el acto de mi querer. Luego, corresponde a la razón (inteligencia) juzgar si mis acciones concuerdan con la verdad.
Ejemplo:
Hablo, juego, peleo, robo, corro, salto, rompo, destruyo, pinto, etc. Por consiguiente,
aplica reglas de moralidad quien posee sana conciencia.
La intención se pone al lado de quien actúa. La intención
está ligada a la acción y por eso, es un elemento
fundamental en la evaluación moral de toda acto o acción. El fin es el primer
paso de la intención de un acto. ¿Cuál
es el fin de arrojar una piedra a la calle?
La intención es un paso de la voluntad hacia un fin, hacia el obrar. Ejemplo, un favor que se hace para ayudar al prójimo, inspirado por el amor de Dios. Una acción puede estar inspirada por otras intenciones: hacer algo para obtener un favor o para satisfacer la vanidad.
Ejemplo: no justifica condenar al inocente para salvar al pueblo. Menos aún si la
intención es mala. (vanagloria) que convierte en malo un acto que de suyo, puede
ser bueno (como la limosna).
Las circunstancias son partes secundarias de un
acto moral. Agravan o disminuyen la bondad o la malicia de los actos humanos (Ej:
cantidad de dinero robado) Pueden también atenuar o aumentar la responsabilidad
de quien actuar por miedo a la muerte.
Las circunstancias no modifican la calidad moral de los actos; no hacen ni buena, ni justa una acción que de suyo es mala. Ej: Robar para ayudar … es noble intención, pero mala acción.
El hombre deshonesto es semejante al insaciable, que cuanto más bebe, más acosado se ve de la sed; pues lo mismo es el maldito vicio de la deshonestidad, la cual no se sacia jamás, como dice Santo Tomás de Villanueva.
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