“El hombre es lobo para el hombre” (Homo homini lupus), frase utilizada por el filósofo inglés Thomas Hobbes en su obra, “El Leviatán”, para decir que el hombre está en lucha continua contra su prójimo.
Todo lo contrario a la expresión “Hermanos todos” (Fratelli Tutti), que S. Francisco de Asís utilizaba con frecuencia. Hoy nos preguntamos: ¿Qué es el hombre posmoderno?
El hombre posmoderno es un terrícola que vive desilusionado, alejado del esfuerzo; entregado al consumo instantáneo, que busca placer, un hombre vacío “nandi vera”.
Cada día nuestro pobre y fracturado país suma nuevas víctimas a su peor estadística: según vox populi, ya estamos compitiendo con regiones más violentas y mayores tasas de asaltos, robos y homicidio conocidas. ¡No es una sensación!
¿Qué pasa? Nunca como hoy, el humano tuvo un sentido tan vivo de la libertad. Pero tampoco, nunca como ahora, se roba y se mata: la vida cada vez menos vale. ¡Nadie está tranquilo...ni los capos!.
Dicen que se apartó el valor espiritual, reemplazándolo por un “carpe diem” (vive, el momento), superfluo, privando al apocado humanoide, de los valores importantes, y lo rebaja a niveles peores de una bestia, porque la bestia… no ¡mata por nada!, como lo hace el humano.
Con razón, la Biblia dice sobre los últimos días: “También debes saber que en los tiempos últimos vendrán días difíciles. Los hombres serán egoístas, amantes del dinero, orgullosos y vanidosos…
“Hablarán en contra de Dios, desobedecerán a sus padres, serán ingratos y no respetarán la religión. No tendrán cariño ni compasión, serán chismosos, no dominarán sus pasiones, serán crueles y enemigos de todo lo bueno...
“Serán traidores, vanidosos. Buscarán sus propios placeres, no a Dios. Aparentarán ser muy religiosos, pero con sus hechos negarán la verdadera religión (…) “No tengas nada que ver con esa clase de gente".
“Verdad es que quienes vivan en unión con Cristo serán perseguidos; pero los malos y engañadores irán de mal en peor. Tú, sigue firme en lo que aprendiste, de lo cual estás convencido (…)
Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud, para que el hombre de Dios esté capacitado para hacer todo el bien. (2 Ti 3:16-17).
Hoy, el hombre es un animal descontento. El hombre light-pererî no tiene cerca alegría ni felicidad; sólo, placer. Ser feliz consiste en tener un proyecto y metas como el amor, el trabajo y la cultura, dice E. Rojas, en “El hombre light” p.39.
Hoy, el crimen, terror y muerte se apoderan de los comercios, transportes y viviendas. En la calle reina inseguridad. Carreras clandestinas, peleas y demás delitos se cometen por baja presencia policial. Dicen que la inseguridad es solo una “sensación”.
Rotoso, el terrícola hace lo que quiere -no lo que debe- y se desliga de los demás. Dice el Talmud: “el hombre fuerte domina sus pasiones, el sabio aprende de todos con amor y, el honrado, trata a todos con dignidad, honrando a cada ser humano”.
Ser un mono con pantalones y celular, es indigno. ¡Seamos lo que estamos llamados a ser: personas decentes y solidarias, “fratelli tutti”, es decir, hermanos todos.
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