lunes, 24 de mayo de 2021

LOS CORRUPTOS... ¿Por qué no se avergüenzan?

 
“Lo que es normal, lo diario, pasa desapercibido, se hace invisible. La repetición de un hecho tiene efecto normalizador”. En la corrupción “es falta moral, una degradación de la acción social y política”, dice Francesc Núñez, director del grado de Humanidades 

Es pecado por omisión en el sentido de decir: “no soy responsable”, “nada puedo”. Pero, una cosa sorprende la primera vez, pero cuando haces muchas veces, se vuelve rutina”, “norma” que provoca la aparición de políticos corruptos.

“Lo que es inmoral e injusto no debe pasar desapercibido: ¡Debe indignar! Tiene que ser tarea de todo ciudadano que el robo y la mentira no pasen como normal, invisible, perdonado o infravalorado por ser repetitivo”. En política debe acabar la sinvergüencía.

Pocos son los políticos que se avergüenzan o piden perdón al ser señalados públicamente por corruptos y ladrones. Para Francesc Núñez, esto es porque “en el ámbito político que se mueve, no suele haber lugar para la vergüenza”. 

En cada acción o decisión política, “el fin suele justificar los medios y los intereses particulares se sobreponen al interés general”…son algunas de las razones que apunta Núñez, que apartan la vergüenza de la vida política.

La antipatía hacia el político-pokarê es cuestión de distancia moral. El falaz traidor no se avergüenza de sus acciones ante los inferiores-chapĩ, porque nada le importa lo que piensen de él quienes no son de su “condición”. A modo de semejanza:   

“Es igual al gran señor que no siente vergüenza de ser visto desnudo o en malas  actitudes por sus sirvientes, porque no son de su categoría; le importa un “pito” lo piensen de él”.

Por eso, precisamente, es difícil saber lo que siente un político cuando se ve retratado en los medios, cuando públicamente se habla mal de ellos o no son considerados dignos…

En democracia, la vergüenza ajena debe notarse en las urnas. En estados de desigualdad, es poco lo que se puede hacer para avergonzar al “mbarete”-poderoso, explica Francesc Núñez Mosteo, doctor en Sociología.

Un hombre sin ideas claras es un hombre desorientado, sin ruta; o al menos es un hombre que sigue una ruta que no termina en meta, sino que sigue caminos y caminos que se chocan y se entrecruzan, pero nunca lo conducen a un fin. 

La idea necesita luz de la verdad. Dios es la verdad; cuanto más nos alejamos de Él, más lejos estamos de la luz, más nos rodean las tinieblas del error; y por más esfuerzos que hagamos, más nos enredamos en la oscuridad del error y en la maldad. 

Y cuando el hombre camina en el error y la maldad, por más que él diga estar en la verdad y en el bien, se dirige hacia la catástrofe, tanto más dolorosa y amarga. Por eso, para llegar a Dios, nada mejor que ir a Él y buscarlo con sincero corazón, sostiene Alfonso Milagro. 

“Envía tu luz y tu verdad, ellas me guíen y me conducen a tu monte santo”. (Sal 43, 3). Cristo es la verdad, y los que siguen no marchan en el error sino que están en la verdad.   

Conocida es la Canción de Palito Ortega: “¡Ya todos saben que vos sos un caradura. Caradura, caradura…Y te rajas cuando ves gente que labura...Todo es mentira cuando hablas de tu aventura, caradura por demás 

Sos pura pinta caradura y mentiroso. Sos un tramposo no hay otro igual. Tené cuidado porque en uno de estos días. Por la cabeza te van a dar!.. 

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