¿Es posible en medio de este caos universal?
Pero este deseo, muchas veces, está
salpicado por maniobras “non sanctas”, inmorales. Ej.
Incremento meteórico de bienes derivado del criollo letradismo al uso…es
decir, de actividades poco claras o delictivas.
Sabido es que, aquí y allá, hay poderosos terrícolas que sin pudor ostentan sus “logros”, pero se presume que entre aquellos…no se encontrarán ni uno que goce de paz mental. Porque, cuando la criatura se distancia de su Creador… ¿cómo podría lograr una paz?
La paz proviene de un sentimiento interior. “Que Dios mismo,
el Dios de paz, haga a ustedes
perfectamente santos y les
conserve todo su ser, espíritu, alma y cuerpo
sin tacha alguna, para la venida de nuestro Señor Jesucristo. (1 Ts 5:23)
Pero, ¿cómo lograr paz en una sociedad donde la delincuencia, hace “perfectamente bien todo lo que está mal”?:
Por eje: La calle es dominada por asaltantes, impunemente se violan normas sanitarias: “Riña de gallos, piki voley, carrera de autos y motos”, y ¿las autoridades…? Los valores no están afuera, están latentes en cada persona.
“Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”. Es que no basta ser pacífico; es preciso trabajar por instalar la paz entre los hombres, en el mundo.
Trabajar por la paz es pulir relaciones
humanas, sanar disgustos, hacerse entender por todos y con todos, crear a
nuestro alrededor un clima de comprensión, dar a cada uno lo suyo, respetando
el derecho de todos, dice aquel artículo.
Ser hijo de Dios es participar de la misma naturaleza; es llegar a ser mejor cada día, es elevarse y superarse; realmente vale la pena ser hijo de Dios, y a ello podremos llegar, según promesa de la bienaventuranza, trabajando por la paz.
“Apártate del mal y obra el bien; busca la paz y anda tras ella”. (Salmo 33-15). “¡Qué hermosos son sobre los montes los Pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación!” (Is, 52,7), dice A. Milagro en “Los 5 minutos de Dios”.
Que tus pasos, tus palabras sean siempre portadores de la paz y nunca de la inquietud.
La paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento nos tranquiliza en medio de problemas. Él obra y tiene propósito aún en los momentos difíciles que atravesamos. Dios no nos abandona, está con nosotros, toma el control de todo lo que nos pasa si lo permitimos.
Para los hijos, los padres son como una “conciencia externa”, de ahí lo vital de sus actos y juicios. La vida tiene un inmenso valor, lamentablemente, con tanta violencia (en los medios de comunicación y en el medio ambiente), los niños no ven este valor.
“No hay camino para la paz; la paz es el camino”, decía Mahatma Gandhi. Y san Pablo dirá: “Que el Dios de paz sea con todos ustedes”.
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