¿Nos autoengañamos con oropeles?
Pero, ¿somos realmente libres y soberanos? La ignorancia y corrupción son caras de la misma moneda, extendidas en todas las sociedades, desde hace mucho tiempo. ¡Ymaguare!
“Año tras año al inicio del ciclo escolar se reclama sobre la infraestructura de los centros educativos, falta de capacidad de docentes, estudiantes no recibieron sus materiales escolares, o que la merienda escolar no está disponible para los chicos”...
“El desafío, apostar por mejorar la gestión en áreas del Ministerio de Educación y Cultura, aumentar el presupuesto destinado al sector, según investigador especializado en educación”, Rodolfo Elías. (cf. 14.02.20-infonegocios.com.py/plus/educación-Paraguay)
Conductas como el desorden administrativo, impunidad, debilidad judicial, desconfianza hacia funcionarios públicos, no pago de impuestos, exceso de reglas, no transparencia en rendición de cuentas y demás “perlas”….hace rato es el modus vivendi guaraní.
Decía Luis De Bonald político, filósofo, escritor (1754-1840): “Los gobiernos engendran a las instituciones, las instituciones modelan a los hombres, y los hombre transmiten las buenas o malas cualidades que reciben de las instituciones”.
"Lo que en ética es verdad desgarrada, en política se torna falsedad encubierta". dirá Carlos Díaz, en “Corriente Arriba” (p. 101). “Nadie es independiente siendo ignorante y corrupto”.
El senador Víctor Ríos sostiene que la corrupción es una gangrena que está carcomiendo estabilidad del gobierno (megacadena.com.py/18.01.2021)
Paraguay es el 5º país más corrupto de Latinoamérica. Pilar Callizo, quien durante muchos años estuvo al frente de Transparencia Internacional, dijo: “es un indicador que lo tenemos permanentemente en la zona roja de corrupción en el mundo”. (Adn 23.01.2020)
El hombre -dice A. Milagro- es un ser libre y por ser libre tiene conciencia, que le señala cuál es el bien, que su libertad ha de elegir y cuál es el mal, que ha de rechazar.
La conciencia en muchas ocasiones es el semáforo verde, que da paso libre al actuar del hombre; pero otras es el semáforo rojo, que alerta sobre las prohibiciones del paso, del peligro de una colisión moral.
Una ciudad no puede prescindir de los semáforos en el tránsito y el hombre de hoy, atormentado y golpeado por tantos incentivos, no debe ignorar los semáforos de su conciencia, que permite o prohíbe.
La conciencia es el juicio práctico de la razón humana, iluminada por los altos principios de la ley natural, que es la ley eterna de Dios, participada por la criatura racional. Como en mi ser dependo de Dios, también dependo de Él en mi actuar.
“El motivo de nuestro orgullo es el testimonio de nuestra conciencia, de que nos hemos conducido en el mundo... con la santidad y la sinceridad, que vienen de Dios y no con la sabiduría carnal, sino con la gracia de Dios”. (2 Cor, 1-12).
No son los hombres los que en último término deberán juzgarnos, sino el Señor; si Él nos aprueba, no importa que los hombres nos censuren.
Pero, “Ningún mal, ningún pecado tiene la última palabra. Dios vence, pero la palma de la victoria pasa por el madero de la cruz. Por eso las palmas y la cruz están juntas”.¡Podemos si queremos!
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