¿Un título de
grado, cosas o buena conducta?
Dice Alicia Escaño Hidalgo: “Cuando alguien se define, suele decir “yo soy…el dr, la prof, la lic, el ing…Pero esto no es verdad, nadie es nada en esencia, más que una persona. Quien se define de esta manera, olvida otros muchos aspectos de sí mismo”.
¿Por qué exigen hacerse llamar por el título o cargo cuando no se trata de tarea o entorno laboral o profesional? ¿Para causar impresión, temor, respeto?. ¿Es que, se siente menos persona o considera “falta de respeto”, obviar su título o función?
La inteligencia sin ética genera una fauna de grotescos desfilantes en las pasarelas de la “aparatosidad estúpidamente opulentas donde pavonean sus huecas vanidades”, diría José Ingenieros.
En nuestra fauna, esto se ve como un “darse importancia”, al “estar por encima del otro. Es algo que califica como conducta vana y ridícula. De hecho, define al humano, la ética.
Porque marca acciones entre el bien y el mal. Cultiva la honestidad, empatía, fidelidad a su palabra, etc. La persona ética, enfrenta dudas ante posturas que exigen valores éticos, para no dejarse arrastrar por la camandulería, el “pokaré”.
Una cualidad que defina a la persona ética es su integridad. Su firme conducta armoniza con su rectitud. Por eso es ejemplo de honradez en todo momento y lugar, cualidad que inspira confianza.
Quien posee ética personal es coherente, sus valores no permiten transar con el error. Su palabra vale. Es cuidadoso, sabe que los mentirosos, difícilmente recuperan la confianza. La omisión y negligencia, son enemigas de la integridad.
Es vital diferenciar lo correcto de lo erróneo, para no rivalizar con los valores y principios. Esto da buenos resultados…aunque seamos arriero perõ, sin título de Lic. Ing. Dr. etc.
Quien cultiva ética
personal, influye en la vida social, laboral, individual. Se erige en
ejemplo para los demás…aunque sea un arriero Perõ, sin título o cargo.
Pero, si es la costumbre, ¿Cómo digo a alguien que no me llame Dr, Lic, Ing...sino por mi nombre?? ¡E á na che memby!…Y solo dile: ¡amigo, soy o me llamo Pedro,
Luis, Juan, Matilde…y punto!
Porque, “ijargel con devoción” ningó decir, por ejemplo: “El Dr. Lacú, participa con hondo pesar el fallecimiento…”; “La Ing, Sinfó…le augura feliz año 2021”; “El Lic. Katupyrý… se complace en invitarle a una ronda de tragos”…¡Buena noticia!: Nadie murió al ser llamado por su nombre!
¿Supone carencia de autoestima, necesidad de éxito o idea de inferioridad, por lo que la persona requiere de sobremanera, ser reconocida o admirada? ¿Pecado de titulitis aguda?
Albert Ellis, padre de la terapia racional emotiva, planteó que los humanos no caigamos en la trampa de definirnos en función de cualidades superfluas o pasajeras, como ser el físico, la fama, el éxito, el dinero o el estatus.
Muchos dicen que quienes exigen se les llame por su título o cargo, son gente maltrecha, que no logra nada relevante en su vida y lo único que tiene es un cargo o un título... No saben que…¡ser persona es don divino, un elogio, vale mucho!
Se dijo: “Todo título como exigencia social, es solo un modo de dividir a la sociedad en clanes, y por principio de igualdad entre los hombres me opongo a ellos”. ¡Nadie es más por Tener...sino por SER?
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