miércoles, 13 de mayo de 2020

LA VERDAD NO DEPENDE DE UNA MAYORÍA

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 La verdad es la realidad. No reside en la opinión de la mayoría, ni en el común denominador de las diferentes opiniones. El diálogo es el camino para evitar o solucionar múltiples problemas. 

Sabemos también, que el diálogo recompone malas relaciones interpersonales. Tampoco es menos cierto que, si se llega a un consenso, y si tal acuerdo es por mayoría, se espera buenos arreglos.

Pero, sabemos también que todo lo antementado lo aguanta el papel. ¿Por qué? Porque el simple acuerdo –sobre todo en nuestro medio- no siempre garantiza la validez de lo acordado. Ejemplos, lo tenemos montones.

El mentado “la voz del pueblo es la voz de Dios”, muchas veces es, tan patéticamente irreal, como que Paraguay se halla ubicado en el Polo Norte. Luego, el error por mayoría es uno de los grandes líos del consenso, sin equilibrado juicio.

José Antonio Marina, escritor e investigador español, cuenta que: “Un esclavista decidió poner en libertad a sus esclavos. Pero muchos de ellos pensaron que la libertad sería un yugo mucho más pesado que su acostumbrada esclavitud.

Así que lo sometieron a votación, y los que rechazaron la oferta de libertad, ganaron por mayoría. Por esa ironía del procedimiento, el amo se convirtió en esclavista, por mayoría universal”.

La paradoja de esta situación muestra las limitaciones del consenso solo por consensuar. Conocemos consensos absolutos como injustos que han durado milenios: el antiguo consenso sobre la movilidad del sol y la inmovilidad de la tierra.

Sobre la carencia de los derechos del niño, entre otros tantos ejemplos (…) Porque los hombres han estado mayoritariamente de acuerdo en colosales disparates. Los consensos puramente reales, fácticos o efectivos, no bastan para legitimar nada (cf. José R. Ayllón “Desfile de Modelos” p. 187).

¿No han consensuado, una y otra vez, faraónicos disparates “gloriosos” legisladores, estrangulando al pueblo con siniestras leyes como SOAT y otras que, había sido eran malas y luego, impunemente se retractan? Y, ¿qué de asesinatos de niños (aborto legal), consensuado por mayoría de legisladores?

Es preciso entender que la Ética no nace automáticamente del acuerdo, pues como la experiencia nos enseña, hay acuerdos que son traiciones y matan. Mac Intyre, en su Historia de la Ética, propone este sencillo problema:

Si en una sociedad de doce personas hay diez sádicos, ¿ordena el consenso que los dos no sádicos deben ser torturados? (….)

Y para no ser acusado de jugar con lo fantástico, hace otra pregunta: ¿qué validez tiene el consenso de una sociedad donde hay acuerdo general respecto del asesinato en masa de judíos?

El mismo se responde que: el consenso sólo es legítimo cuando todos aceptan normas básicas de conducta moral. (p.183)

Aceptar normas básicas de conducta moral quiere decir, que el debate no es el último apoyo de la ética, Porque un apoyo discutible deja de ser apoyo. “Quien debate si se puede matar a la propia mamá no merece argumentos sino azotes.La ética se fundamenta sobre argumentos no discutible.

José A. Marina nos deja esta lección de lujo: la Ética es la gran creación de la inteligencia, por encima de la alta Matemática y de la Física cuántica, pues nos abre el camino en la maraña de la selva y nos permite inventar un mundo habitable.

La Ética encuentra soluciones a los graves problemas del vivir, y por eso es el modo más inteligente de ser inteligente, también la asignatura más importante. Había que decirlo, y Marina lo dijo, con la máxima brillantez. (cf. Desfile de Modelos p, 22). 

¡Aunque la verdad esté en minoría, sigue siendo la VERDAD!

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