lunes, 18 de mayo de 2020

EL AHORRO

Únete al reto de ahorro familiar y juntos alcancen su meta!
¡Mba-é tekó Joselito... ko cuarentena pukú chembo vare-á ma hina anguirú!...

¿Qué pasa Goyín?... ¡como que…qué pasa!....me quedé sin laburo por causa de esta plaga del coronavirus!, refunfuñó, Goyín, furioso.

Este acontecimiento nos enseña que puede ocurrir cualquier imprevisto…como el que sufrimos…entonces, hablamos de la necesidad de Ahorrar¡nde tavy…trakekó gano poco loo! disparó, babeando de rabia.

Hay gente que vive con escuálido y desnutrido salario, con deudas, “bicicleteando”… y, pedirles que ahorren (michi mínte jepé) un poquito de sus ingresos, es como pedirles que vuelen…más o menos.

Vos decís eso porque ganas bien y todo devalde loocontinuó rojo de ira.
Si no querés escucharme…lo dejamos por aquí…Al parecer, Goyín cayó en la cuenta de que estaba fallando (o kuarú karé), dijo: está bien…disculpáme, ya no te interrumpo.

Amigo, siempre se puede ahorrar, y si se quiere, se hace hábito. Para eso hay que tener voluntad firme: gastar en lo necesario, no en lo que se desea. Hay cosas útiles, pero no necesarias. Así podés ahorrar, y no pedir el día 15 de cada mes “el famoso vale quincenal

Te doy, de varios, dos ejemplos: 1. No es necesario comer asado cada domingo con media docena de cerveza, nde estiloitépe. 2. Tu samsung galaxy s20, supera dos veces tu sueldo, hi ari re debé hesé 10 meses.  ¡Trakekó nde chapí!sólo necesitas un teléfono de 20 dólares, no más.

Regla de oro: ¡No debes gastar más de lo que ganas! Bueno sería activar la antigua "alcancía", para soportar las épocas de “vacas flacas”. Es cuestión de madurez: saber lo que se quiere y querer lo que se sabe.

Es verdad que un hábito no se puede lograr apretando un botón. Hábito es repetición de actos y para eso, es necesario insertar en nuestro “sistema operativo”, el chip de la cultura del ahorro.

Tenemos que educarnos haciendo un presupuesto mensual de ingresos y gastos para “ajustar los cinturones cuando sea necesario -como ahora-, y no vivir siempre “consumidos por el consumo que nos consume y torturados por usureros. ¡Mba éicha pio la ne re entendéi socio!

Y así evitar, por fin, ese estilo japú-pokaré; que los hijos digan: “no está mi papá”, cuando el cobrador viene a tocarnos el timbre de la casa o que te rompan los kinotos, cuando suene el celular con los reclamos del departamento de cobranzas…de donde retiraste un plasma de 100 pulgadas.

De paso, damos buenos ejemplos a los hijos, viviendo con templanza. La templanza grita a los padres: ¡Moderen el despilfarro, tengan austeridad! Si lo hacen (no sólo si lo dicen), los hijos aprenderán que no es más feliz quien más tiene, sino, quien menos necesita.

Si no se desea mucho, hasta las cosas más pequeñas parecerán grandes. Sócrates decía:! Cuánto es lo que no necesito y lo que necesito, cuán poco lo necesito! La familia sobria no piensa en lo que no tiene, se complace y contenta con lo que tiene.

El hombre superior ama su alma…el inferior, sus cosas. Sólo un lujo es aceptable: el lujo de despojarse de lo superfluo, un lujo bendito que educa los hábitos del gusto y del consumo. La templanza, por lo tanto, es una virtud del día a día, nos recuerda el hermano en la fe, Carlos Díaz.

¿Cuántos papás convierten a sus hijos en abortos sociales, por permitirlo todo, el “quiero, me gusta, nadie me dice lo que tengo que hacer, etc.”. ¿Cuántos son ejemplos de indecencia, mal gusto y deshonestidad? Por eso amigo, ¡empezá a ahorrar ya… al menos, por tus hijos! ¿Si pa? 

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