¡URGENTE Y
NECESARIA!
Se cacarea una y otra vez, aquí y allá lo que los Papas del siglo pasado afirmaban: “la política es la forma más excelente de
practicar la caridad social”. Pero, en este momento de guerra verbal entre
quienes están a favor o en contra de la reelección ¿hay cabal comprensión del
término política?
El país está dividido: Unos dicen: pretender la reelección es un grosero atentado contra la “Institucionalidad de
la República”. Otros, opinan lo contrario. No faltan quienes se desentienden de
todo, permaneciendo en el cómodo campo neutral. Así se multiplican las
divisiones, la gente se desasosiega y pega gritos de injuria por derecha y por izquierda.
Todo hace suponer que el año que se
inicia será dura batalla política, cansadora, repleta de tensiones, acuerdos y
desacuerdos, amores y desamores entre quienes desean el “rekutú” y sus
contrarios. El gran escollo a superar, creo, es: ¿cómo hacer para limpiar los
hábitos viciosos de nuestros políticos de este o aquel color, para lograr la
tan anhelada paz social?
Un gran porcentaje de la población se
siente hastiada, fastidiada, desahuciada por culpa de la fauna política
ignorante, soberbia y pokare que pulula por instituciones de un Estado
desorbitado e ineficiente, pero con fauces de hipopótamo en busca de su bienestar
personal-familiar.
¿Qué hacer? Puede servir lo que dice el maestro S. Núñez en “Sociedad y Política” p.
125-126: “Es
necesario tomar conciencia y sentir muy vivamente la responsabilidad… Es un
gran cambio sociopolítico, cambio de historia, que el Paraguay nos pide para
superar este tiempo cenagoso.
Lo cual significa, cambio de hombres y cambio profundo
de partitura política. Esta política raída y de recauchutajes, así como estos
hombres mediocres de cortas miras y de apetito largo, no pueden servirnos para
hacer la historia de alto voltaje que la patria necesita.
Porque es la patria toda, es decir la innumerable familia paraguaya, la que necesita de liberación y nueva vida… Dentro de ese veterano partido, aquí, allá y en todas partes, hay hombres de limpias manos y mente lúcida, que en esta hora deben ponerse de pie, formar un valeroso contingente y unirse apretadamente a la gran alianza, cuyo horizonte es el cambio. Y no hay que esperar que un arcángel descienda de los cielos a ponerlos bajo bandera”.
Y que las otras fuerzas políticas y sociales, deseosas
y propulsoras del cambio, alienten y purifiquen sus cuadros, arrojando lejos
ese excesivo apetito de poder, que a no pocos los tiene como azogados y
frenéticos. Las desavenencias y desencuentros personales y grupales deben ceder
enteramente frente a la gran unidad con que todo el pueblo paraguayo procura su
bienestar.
La
sana política es el amplio espacio de unidad y concordia en que la libertad
ciudadana respira holgadamente. Realiza de ese modo la solidaridad y projimidad
de los hombres dentro del más abigarrado pluralismo”.
Creo que sí existen buenos políticos que
beneficien al pueblo sin esperar recompensa, que dan esperanzas, a pesar de sus
colegas tan desprestigiados, que hace difícil pensar que realmente pueda hacer bien
su trabajo: Trabajar para el bien común.
Es hora de abrir bien oídos, mente y
ojos para elegir en conciencia. La patria enferma y menesterosa nos reclama
actuar con recta conciencia, manos limpia y esperanza. Que San Blas, co-patrono
del Paraguay interceda por esta sana intención.
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